La docencia es una de las formaciones que menos he desempeñado en mi vida laboral, pero que amo en todas sus formas. Ayer, formé parte del V Encuentro de Escritores en la Escuela Australia junto con Silvia Crespo , Carlos Norberto Carbone , Marta Peralta, María Laura Burattini , Karina Lerman y Fabian Leppez.
Lo cierto es que cuanto más grande estoy, más lo disfruto, más juego. Fui con la idea de Leer 4 textos y de mostrarle a ese grupo de 7° grado que la poesía no sólo está presente en su vida sino que es una forma de decir diferente, de pensar, de ver la vida. Iba con la idea de buscar la proximidad con entre ellos y la poesía.
Necesito ponerlo en palabras…
Cuando entré al aula, cada cual estaba en la suya, pocas ganas de darme bola. Sólo algún saludo y un par que desde el fondo me mostraban que sabían mi nombre (ahí aparecieron los primeros hilitos de donde tirar la piola…)
Los 32° no ayudaban, la hora menos, ya habían almorzado hacía un rato y la digestión jamás es aliada de la concentración. Para despertarse era necesario que ellos hablarán y de ser posible un poco de ruido.
Después de la presentación de rigor, la mía, parte la dijeron ellos y parte la completé yo. Había ido con la remera que tiene la ilustración de la tapa de mi primer libro: Identidad: fondo negro y los dos piecitos dibujados con líneas cual si fuesen unas huellas dactilares.
Hablamos de la primera muestra identitaria que se les toma a los bebés cuando nacen (la de los pies), del registro de las huellas dactilares de ellos y de las mías e infirieron a que tanto la remera, como la tapa de mi primer libro, era una metáfora. Y arrancamos a construir algunas, juntos, en el aire.
Bien, ya logramos establecer que le poesía cuenta de metáforas o que es una forma de «metamorfasear» de decir distinto, rompiendo la lógica.
De allí saltamos a ¿Qué es la poesía?
Y a partir de allí. la magia. Hubo varias respuestas (eso ya era bastante -7 minutos de charla y estaban participando varios y atentos, la mayoría-). Entre las respuestas apareció una que invitó a que tomara el camino de la música: «La poesía, es un conjunto de palabras que tienen rima (los defensores de los versos libres debemos trabajar con ello), armonía y ritmo».
Eureca, eso me habilitó a hablarles de dos autores Nicanor Parra y Jorge Luis Borges. Y les dije: «Para Parra, poesía es la prosa que se mueve. Dicho de otra manera, es la prosa que danza. Y cuándo se danza, con la música». Entonces, la poesía debe tener movimiento, músicalidad.
Borges, por su parte, dijo que la «Poesía es un volver a la esencia del lenguaje» y eso nos lleva a Grecia y allí, los primeros que recitaban poemas eran los AEDOS, que eran los trovadores (los que decían poesía con música).
Entonces, ya teníamos definida la poesía y sumados cuatro conceptos: musicalidad, ritmo, armonía y metáfora. Ah, perdón, a mi disgusto también la rima (pero iba a servir, a la larga en la charla). Pero teníamos un problema, había que definir la música y alguien dijo: «una suma de sonidos con compaces y que, a veces, lleva letra. Es decir, poesía.»
La cosa iba mejor. Sólo había que establecer si todo sonido era música. Surgió la pregunta: ¿el timbre del recreo es música? Una de las más activas, respondió; no, se necesita que el sonido se corte por silencio». Hermoso… Todo fluía.
Claro, es así, la música y la poesía se alimentan de pausas (silencios), cambios de ritmo y de intensidades. La poesía busca romper el silencio, luego decir algo. Y para poder hacerlo tiene que alterar una estructura. Si hay ruido, crear silencio para luego imponer su pulso. Si lo que impera es el silencio hay empezar con un golpe: verso fuerte, palabra fuerte o sílaba fuerte. Luego, como la música, establecer una estructura o patrón -que en ocasiones se da con la repetición de palabras o estructuras gramaticales, entre otros recursos-.
Teníamos claro, había que llarmar la atención, crear un patrón y, luego, alterarlo. Cómo debía ser esa charla con elles. Yo debía hablar, tenía que hacerlos relacionar y elles tener el impulso o deseo de hablar, participar. Cambiar ritmos, poesía grupal.
Surgió una nueva pregunta: ¿Qué vinculación ustedes tienen con poesía? Respuestas: «Leemos en la escuela», «la escuchamos en la música», “sólo eso”.
¿Están seguros? ¿Nadie hace poesía?
No. Respondieron en grupo.
¿Seguros? ¿Alguien tiene hermanos más chicos? ¿Qué pasa cuando lloran y no se pueden calmar? ¿Y cuándo se despiertan a la madrugada?
La mayoría acordó que se les canta canciones de cuna y que ellas son poemas. Y que, en ocasiones, cuando el cansancio invade, después de tres o cuatro meses de despertarse más de tres o cuatro veces en la noche. Y estar mal dormidos, y cansados hasta se olvidan las letras de las canciones y se comienzan a inventar. Es allí donde irrumpe la poesía, por ejemplo. Pero, claro, ellos no son padres y madres aún -por suerte-, así que quizá resulta difícil llegar a que sean ellos los que hagan la magia.
-¿Quién de ustedes tiene algún familiar que vive en el interior y que no va hace mucho?
Una chica, con nombre de lago, dijo: Benja. Y Benja -cuando me acerqué a él- arrancó: “mi abuelo vive en Corrientes y voy allí los veranos.
-Cómo huele la casa de tu abuelo, Benja.
El alumno se quedó pensando y despertó al poeta: “No sé. Huele raro. A campo…”. ¿Adentro huele a campo, Benja?”. No, me respendió mientras seguía buscando la palabra… Y dijo: “a verano”. Y armó la maravilla. “La casa de mi abuelo huele a verano”.
Se me escapó un grito, creo que de alegría. Tiré un aplauso a modo de automotivación y para convocar a algún remolón y dije: “Aquí nació un verso, y de los buenos… ¿Quién da más?”.
Martín, uno de los que recordaba mi nombre de la presentación en el salón de actos y que de, algún modo, había ensayado parte de mi presentación -que no fue personal, sino comunitaria- dijo: “Mi familia tiene una casa en Córdoba y vamos los veranos. Allí fuimos unas vacaciones con Roco -otro de los chicos (en verdad, no recuerdo su nombre)- y también huele distinto”…Y Martín como otros habían entendido el juego y arrojó: “En la casa se respira montaña”.
La chica con nombre a lago, patagónico y cristalino, dijo: “Yo tengo en la nariz el olor de la casa de un compañero de acá. Es rico el olor, pero es particular, no tiene nombre…” Y fue limpiando su idea hasta hacerla verso. “Llevo en mi nariz el perfume de su casa”. Y siguió usando el truco poético de decir más con menos: “llevo su casa en mi nariz” y siguió reescribiendo en el aire: “Hace diez años llevo su casa conmigo”.
Poesía, escribían poesía sin lápiz ni papel. Sino más bien, como se escribe: con la cabeza.
Otro tema resuelto: “Todo recuerdo cuando se pone en palabras es un gesto poético y hace que todos hagamos poesía. Elegir cada palabra, recortar la idea, cargar cada vocablo o frase de sentido es un gesto poético, y -por qué no- una forma de metaforizar.
Se estaban haciendo cargo que podían jugar con sus recuerdos y resignificarlos en sus cabezas. Yo estaba chocho. Ni idea de la hora y no me importaba. Mientras una seño estaba sentada, escuchando atenta. Más allá un profe de educación física se había traído una silla y se sumaba al fogón. Y ante cada participación de los chicos movía la cabeza asintiendo con una hermosa sonrisa.
¿Alguien me dice de qué habla la poesía? ¿A qué se le puede escribir? Aparecieron todas y cada una de las emociones, de los sentimientos, el fútbol (lo tiró uno a modo de risa -y apareció otra hilo de donde tirar la piola-), otro más allá dijo: de física cuántica y de matemáticas.
Sí… apareció la poesía en el grupo: la disrupción. Había que tomar por allí para atrapar a aquel que hasta el momento no se sentía convocado.
“¿Saben que las matemáticas tienen mucho que ver con la poesía? Hacer poesía es una suerte de alquimia de fórmula matemática que demanda de fórmulas y ecuaciones (también)”. Los ojos de Pedro se abrieron. Otro más que se suma, pensé. Y seguí: “Alguien conoce los sonetos? ¿Qué significa la palabra soneto?”
Estaban enganchados se animaban a tirar. Y apareció: Sonido.
-Esoooo!!! Yo me acordaba del “Loco” Gelbenzú. Un profesor de quinto año que jugaba a ser loco para captar nuestra atención. Salté, aplaudí y aceleré la voz. “El soneto es una de las formas poéticas más conocidas de la poesía. Con esto unimos música, matemáticas, poesía clásica y algo actual que los convoca… Pedro, escuchá…” Y apareció la posibilidad de tirar algo más para sumar y seguir… “¿Quién fue Lope de Vega?“, pregunté.
– Una calle respondió una de las chicas. Y otra dijo: “como Scalabrini”.
– Claro, dos calles. ¿Y por qué se le pone nombres de personas a las calles?
– Para recordar a los personajes. Porque fueron importantes, dijo otra de las chicas.
– Así es, Scalabrini Ortiz, que fue político y Lope de Vega fue un poeta clásico español, que es el que le dio la impronta al soneto (que viene de sonido).
Busqué más. Tenía u acercarlos a ellos. Pero no mostrará el truco tan rápido. ¿Alguien conoce a Joaquín Sabina? Me sorprendió la respuesta: “sí”, dijeron un par. “Bueno él también hace sonetos, algunos de ellos son canciones, otros solo poemas, que publicó en varios de sus libros. Pero volvamos a Lope de Vega. Él para hacer poesía pensaba musical y matemáticamente. Entonces contaba las sílabas de cada verso (jugamos luego a contar algunas) y trabajaba con las sílabas tónicas y átonas (palabras que me las tiró Martín, el que quería poemas de fútbol)”.
Y empezamos a jugar con algunos de sus nombres con las sílabas tónicas. Y fueron entendiendo cómo por medio de patrones acentuales y de sílabas fuertes y débiles y de la duración del verso (cantidad de sílabas en la línea) se podía dar musicalidad.
Ahora el tema era hacer de todo aquello algo cercano a sus vidas.
-¿A quién le gusta el rap y el trap?
Y “¡Las manos de todos (o casi todos) los pibes y las pibas arriba!”. Había que aprovechar que con una lombriz se habían acercado muchos peces. “Bien, la base del rap lleva el ritmo acentual del soneto. Es más, la mayoría de los poemas de Lope de Vega se pueden decir en ritmo de rap. Y fueron rapeados por muchos. Luego, si les pica la curiosidad, busque a Lope de Vega y algunas canciones de rap e intenten hacer entrar los poemas del autor clásico en ese ritmo musical”
No sé si lo harán, pero es un hermoso ejercicio motivacional que muestra que aquello de otro siglo, quizá no está tan lejos y es otra forma de validar el ingreso a la poesía, por medio del rap y, hasta del trap. (Acá es la parte que se multiplicarán los insultos en los comentarios…)
Habiendo silabeado y jugado con la alquimia matemática y con la atención activa de Pedro había que volver a Martín. Allí volví con el juego matemático y alquimista de hacer que el poema responda a protones musicales y de tiempo. Les compartí el poema mío de “Imagen y semejanza” para D10S y que basado en el segundo gol que le hizo a los ingleses en el mundial de México ‘86. El texto tiene la duración exacta, según cómo se lea, de la jugada del Diego, desde que recibe el pase de Burruchaga hasta que la pelota acaba en la red.
La poesía es juego, ritmo, música y refleja una mirarda y se dice hasta desde un leer y decir diferente…
Después hablamos de la síntesis en la poesía (la ya hicieron), el decir distinto (y lo hicieron) de la importancia del lector, del rol activo del que lee (hablamos y pensamos juntos, lo que resultó una excusa para leer mi micropoema “Artistas”, el que dice que artista es el lector). Hablamos y pensamos sobre las nuevas construcciones de sentido que aporta la mirada poética, de las diferentes formas de contar lo mismo, lo ya conocido para aportar una mirada nueva de las cosas.
Y fundamentalmente reparamos… en el roll reaccionario, confrontativo y rebelde de este género (un hermoso espacio para manifestar sentimientos adolescentes), que encuentra en el decir poético lo que otros no quieren o no pueden ver. Un lugar nacido para disrumpir, ya que si no se apela a ello -en mi opinión- jamás se alcanza el gesto poético. Hasta acá, creo, unos pocos minutos del encuentro con 7mo grado. Un regalo. Más tarde regresé a trabajar los procesos creativos con el escritores, pero lo hice renovado, feliz, siendo otro.