Este es el segundo capítulo de «Poesía en 4 Pasos». El nuevo Vodacast, que tiene como título: «Cómo deben ser los versos» propone un punto de partida para empoderar voces literarias, afilar decires y, a la vez, seguir invitando tanto a la construcción como al desarrollo de un análisis propio sobre el pensamiento del acto de la escritura. Algo -a mi entender- fundamental para quien se propone escribir una obra. La escritura es un hecho político -por excelencia- que demanda un pensamiento crítico y reflexivo.
Una frase que suelo repetir, casi hasta el hartazgo, es: «Los escritores somos más lo que pensamos que lo que escribimos». Esta sentencia no busca más que presentarse como una habilitación a la pausa. Es allí, en la pausa donde nace el pensamiento. Dicho de otra forma, el arte no es un hecho natural. El arte no crece de la tierra, sino que es un hecho humano/cultural. Es por eso que demanda de un racional, que suele tener mucha más profundidad si está apuntalado por una estructura de pensamiento.

El primer capítulo de este Vodcast intentó mostrar diferentes posturas sobre «Qué es la poesía», con el fin de incentivar una definición propia sobre el tema.
En esta oportunidad, desde Apalabrarte (espacio creativo) con este segundo capítulo (Cómo deben ser los versos) buscó ofrecer una serie de tips que pueden resultar vitales para quienes intenten hacer de sus versos afilados cuchillos poéticos.
Pero sin más preámbulos aquí el video de este nuevo episodio y, más abajo, parte del material que sirvió para dar forma a esta pieza audiovisual, por si sos de los que prefieren leerlos mientras lo escuchás o releerlos luego (a modo de repaso).
Principios básicos de la poesía
Si tuviera que recomendar unos pocos y rápidos tips para quienes quisieran empezar a escribir poesía diría que lo más importante sería intentar romper la lógica. El texto debe sorprender, hacer gambetas -para como en el fútbol- para romper a las defensas más cerradas. Mostrar que se va para un lado y, cuando menos se espera, girar cambiar -de algún modo- de rumbo… Pero la sorpresa no debe ser la única herramienta. Algo tan importante como aquello que no se espera es la autenticidad o la originalidad en la escritura. Decir de una forma poética aquello que para la mayoría no tiene mayor relevancia. El hecho poético no está en tratar de contar la historia del universo en un texto, sino -por el contrario- en ver el mundo que existe tras el menor de los gestos.
Otro factor que no puede faltar es tratar de decir -siempre- más con menos. No hay que temer a la poda de los versos. En muchos casos -casi siempre- así se logran mejores y más fuertes decires. Por último, la teoría del maridaje: «a un verso fuerte, claro y diciente le corresponde otro de igual o mayor intensidad». Si se logra aplicar esta fórmula el poema se convierte en un texto muy potente.
¿Cómo debe ser el verso?
A mi entender, el verso debe ser directo, diciente y conmovedor (DDC). El resto, sin dudas, dependerá del escritor y de su estilo.
Pero intentaré, de algún modo, volver al comienzo de esta exposición y retomaré aquella frase en la que me aventuro a decir que todos podemos escribir poemas. Ahora bien, cómo podemos escribir poesía.
Para ello es preciso dar forma a algunos principios literarios que nos permitan comenzar a desandar el camino de la escritura poética. Quizá uno de los importantes sea una sentencia, que utilizo mucho con quienes empiezan a escribir conmigo:
“La poesía, por consiguiente el verso, debe decir más con menos”.
Para mí este es uno de los principales secretos del arte poético. El sacar todo lo que sobra -es decir, el proceso de la poda- invita a resiginificar aquello que se dice. Quitar lo que está demás no sólo hace fuerte al verso, sino que permte empoderar a la voz literaria que lo construye. Por otra parte, esta acción del poeta o de la poeta habilita la co-construcción entre escritor y lectora/or de la obra.
Esto que parece muy complejo tiene un principio sencillo que podría definirse en pocas palabras: «decir más con menos”. Una gran cantidad de personas suele creer que esta afirmación es o bien el punto de partida o la síntesis de una teoría filosófica oriental. Pero nada más lejano de ello.
Este concepto nació de la mano del arquitecto alemán (que vivió gran parte de su vida en los Estados Unidos), Mies Van der Rohe, y le dió sustento a su trabajo arquitectónico, el cual estaba apuntado a mejorar el confort y la funcionalidad de sus obras. La idea basal de la arquitectura de Van der Rohe bien puede aplicarse como una sentencia básica para quien quiere comenzar a trabajar en el decir poético/literario.

Basándome Mies Van der Rohe, me arriesgaría a afirmar -sabiendo que pecaré de simpleza- que: “La poesía podría definirse como el arte literario de decir más con menos”.
Una de las primeras grandes aventuras que tiene por delante un poeta-novel podría llegar a ser el lograr crear una “esticomitia Van der Rohe”.
La esticomitia es un término que en el mundo de la poesía representa la coincidencia entre la unidad sintáctica (frase) y la unidad métrica (verso). Este recurso literario suele -en la mayoría de los casos- crear versos largos que resultan independientes uno de otros. Estos versos suelen aportarle lentitud al ritmo del poema. Pero, si se une el concepto de Van der Rohe (más con menos) con el de la esticomitia bien podría construirse un verso: corto, sin palbras ni conceptos demás, fuerte, claro, diciente e independiente de sus pares, dentro del poema que los nuclea.
De lograr la «esticomitia Van der Rohe» y si, a ella, la combinamos con el verso corto estaremos no sólo dando forma a una estructura de sentido, sino que le aportaremos una mayor musicalidad y ritmo a la obra. Aceleración y freno, silencios y sonidos serán la base de nuestra danza poética, aquella a la que tanto hacía hincapié el gran antipoeta chileno, el gran Nicanor Parra. Si a esto se le suman versos fuertes y dicientes, estaremos otorgándole mayor intensidad al texto.
Para DECIR MÁS CON MENOS, resulta vital sacar todo lo que sobra, lo que está de más, lo que distrae, lo que opaca. Sacar palabras de un verso lejos de debilitar esa estructura, la fortalece. La empodera.
“El verso debe ser independiente. Valer por sí sólo”
El verso tiene que ser contundente, inapelable. Debe sentenciar, jamás contar. El verso que cuenta es débil. El que sentencia se presente como una astilla de vidrio que se clava sin pedir permiso y que todo el tiempo recuerda su molesta presencia. Entonces, el verso debe decir más con menos, ser independiente, valer por sí mismo y sentenciar hasta hacerse sentir.
“El verso debe sentenciar y hacer doler, si hace falta”.
Un precepto, impuesto por grandes poetas, sostiene que la poesía jamás debe ser explicada. Por lo tanto, debemos evitar el verso que viene a aclarar, a despejar dudas. Ese verso no sólo pone en duda su existencia, sino que además termina lastimando o debilitando a su par que lo precede.
“El verso no debe explicar”
El buen verso es aquel que dice tanto por lo escrito como por lo que sugiere. El poema debe permitir la inferencia, y ésta nunca la hace el poeta. Ésta siempre está en manos del lector. Para ello es vital trabajar en la multiplicidad de sentidos.
“El verso cuantos más sentidos permita, más rico es”
Por ejemplo, escribir el siguiente verso, da lugar a otro no escrito que lo resignifica:
“La piadosa muerte llegó a tiempo”. // Esto da lugar a que se represente en la imaginación del lector que de tardar más la muerte hubiese sido despiada o la vida cruel.
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El verso debe ser claro y poderoso. Debe decir por sí sólo y potenciarse junto con los demás versos. El maridaje es uno de los principios básicos con los que suelo trabajar con los poetas que realizan el proceso de mentoreo o coacheo literario conmigo:
“A un verso fuerte le corresponde otro de igual intensidad”
La poesía debe ser trabajada, confrontada. Cada verso debe sostenerse, por lo que dice, si requiere de otro verso para sostenerse, lo más factible que uno de los dos esté de más. Los versos deben maridar entre ellos. Es decir, a un verso fuerte, le corresponde otro de igual o mayor tenor.
¿Cómo debería ser la poesía?
A modo de síntesis, me animaría a afirmar que los versos deberían ser:
Claros, fuertes, potentes.
debe decir más con menos
deben ser independientes (valer por sí sólos).
deben sentenciar y hacer doler, si hace falta (nunca contar).
no debe explicar
cuantos más sentidos permita, más rico será
Debe responder a la ley del maridaje: «A un verso fuerte le corresponde otro de igual intensidad”

Antes de terminar
Y por último vale recordar que: para hacer poesía no es menester utilizar palabras complejas e inalcanzables. La poesía merece ser entendida por todos. Hay que evitar escribir sólo para aquellos que -supuestamente- pueden alcanzarla, entenderla. Es decir, no escribir para nichos ni elites literarias.
La poesía, como el arte, no es algo natural, sino que forma parte de un proceso en el que intervienen la cultura imperante, la adquisición de conocimientos y su aplicación.
Mirá el episodio 1: ¿Qué es la poesía?
Por Leandro Murciego

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