El gesto poético es, quizá, una forma de pensar diferente que se puede implementar en cualquier disciplina. Este gesto, de algún modo, parece tener entre sus trampolines el de la metaforización. La base del gesto poético es, según muchos autores, la resignificación o la significación metafórica o poética de algo particular…
Pero para tratar de simplificar esto, sin lugar a dudas, convendría comenzar por definir qué es un gesto o qué entendemos por gesto. Éste se trata de un movimiento del rostro, las manos u otra parte del cuerpo que por medio de él se transmite mensajes o expresar afectos o emociones. Los gestos son formas de comunicación no verbal que pueden utilizarse en lugar del habla o junto con ella.
Ahora bien, si se entiende al gesto como una forma de comunicación mínima capaz de expresar de manera condensada un concepto, podríamos comenzar a desandar esta expresión en el campo de la poesía.
El gesto poético -entonces- podría definirse como un recurso -en ocasiones menor o de característica no formal- que explora las posibilidades y las potencialidades del cuerpo poético, por medio del cual se pueden lograr o producir nuevas formas ficcionales o escénicas.
El gesto poético y la metáfora
Éste recurso bien podría definirse como un primo hermano de la metáfora y de la comparación. Algunos poetas apelan más al gesto que a los recursos más convencionales.
En mi entender, el primer gesto poético del que se tiene referencia y al que hacemos permanentemente uso es el de recordar. Cada vez que nos vuelve a la memoria un recuerdo y, más aún, cuando lo contamos estamos experimentando un gesto poético.
Cada vez que recordamos hacemos una nueva selección del hecho sucedido, recreamos el recuerdo y le damos lugar a nuevas sensaciones. Además, de elegir las palabras que vamos a utilizar, las cargamos de sentidos. En muchos casos, originales sentidos. Digo originales como sinónimo de nuevo y no de originario (no se lea sentido primero).

Este recorte, resignificación y recreación es, a mi entender, el primer gesto poético que no forma parte de los recursos literarios convencionales, pero que bien podríamos decir que en el recorte está la génesis de la poesía o el primer atisbo de ella.
Quiero poner luz, sobre algo que recién sugerí, los recursos literarios no convencionales. Estos gestos poéticos pueden llevar en ellos toda la carga de la poesía, que la representa y la compendia en pequeñas gotas. Casi como una esencia creada por un perfumista. Este proceso de creación y sintetización suele pasar a diario en nuestra vida y sólo hay que estar dispuesto a percibirlo y reconocerlo. Una actitud que reclama casi un pequeño acto de fe, una filosofía de vida.

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Romper la lógica
Para escribir poesía no se requiere de grandes cosas, sin dudas, hacen falta caminar por la vida dejándose asombrar, cambiar las certezas por preguntas -no para prescindir de las respuestas, sino generar más y más posibles respuestas-.
Para escribir poesía es preciso distinguir los pequeños gestos poéticos capaces de romper con las lógicas. Con lo sabido, de algún modo, es necesario crear -no contar- un nuevo universo. Un universo que sea posible, pero a la vez original. Y en ocasiones sólo alcanza, con unir algunas palabras para dar forma a nuevas imágenes.
Como decía Federico García Lorca, ´poesía puede ser unir dos palabras. “Unir dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo nuevo, algo así como un misterio».
La poesía como gesto
Otra visión quizá más apasionante sobre el gesto poético la aporta el escritor chileno Roberto Bolaños (poeta, novelista) “la poesía es un gesto, más que un acto, que tiene mucho de adolescente, el gesto de un adolescente frágil e inerme que apuesta lo poco que tiene por algo que no se sabe muy bien que es, y que -generalmente- pierde”, según declaró en una entrevista.
Bolaños se resiste a definir la poesía, pues definirla es institucionalizarla/institucionalizarse. Definirla -según Pedro Jalid – “es volver la poesía un género literario más, y para Bolaño se trata de algo mucho mayor que eso. Si dierá, igualmente, un punto desde donde pensar al fenómeno poético: el asumir el ejercicio de la poesía como un gesto”.

Borges y Bolaños
De algún modo, Bolaños entiende que la poesía es un juego que se juega en serio, a cara de perro, a vida o muerte. Para Bolaños la poesía no es un género literario, sino más bien una forma de entender la vida. Al igual que Jorge Luis Borges, Bolaños sostiene que poeta se es de tiempo completo y que, por ende, no se trata de hacer poesía, sino -por el contrario- de no poder dejar de hacerla, de verla, de respirarla, de pensarla, de escribirla, de leerla, de decirla, de escucharla.
La poesía es un ejercicio cotidiano que no se elige, se practica y con la práctica crece. La poesía quizá sea el gesto que define, como sugiere Bolaños, la vida del escritor y sus letras.
Por Leandro Murciego

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