Si estás pensando en escribir o mejorar la musicalidad de tus textos esta propuesta es para vos. Se trata de un mentoring grupal y virtual de poesía llamado: «Poesía en 4 pasos».
Qué es y de dónde viene el Mentoring
Este sistema de aprendizaje es casi tan viejo como el mundo. Era el que utilizaba el hombre de las cavernas para transmitir los conocimientos a sus hijos. Pero quien lo inmortalizó fue Homero en su poema épico La Odisea. Allí, el autor narra la Guerra de Troya. Cuenta Homero Ulises, rey de Itaca, partió para participar en la guerra, encomendó a su amigo, Mentor, la educación de su hijo Telémaco.
La responsabilidad de Mentor era la de educar, entrenar y desarrollar al pequeño príncipe heredero con el objetivo de que pudiera convertirse en el futuro rey. Para lograr tal fin, Mentor y Telémaco emprendieron un viaje en el que el primero le ofrecía sus conocimientos y experiencias al pequeño discípulo. El recorrido, que los llevó por toda Grecia, vinculó al aprendiz y al guía, estableciendo una relación de gran confianza que se convirtió en el pilar de ese proceso de aprendizaje.
Dicho de otra forma, el mentoring es un sistema donde el mentor ofrece sus experiencias y saberes para que los discípulos y alumnos logren aprehender de esta nueva experiencia. De allí que éste proceso está compuesto de tramos: oferta de conceptos y saberes, recepción, interpelación y apropiación (hacer propio el conocimiento, de ser necesario con la modificación mediante).
Poesía en 4 pasos
Estos encuentros, pensados para amantes de la poesía, buscan convertirse en la invitación a trabajar el proceso creativo, personal y artístico, no sólo adquiriendo nuevas herramientas, sino también desarrollando el pensamiento vinculado con el quehacer poético/literario.
Para formar parte de «Poesía en 4 pasos» no se requiere experiencia; sí, interés y ganas de participar. Los encuentros invitarán a la realización de textos (individuales o grupales) y, durante las cuatro jornadas, se procurará la retroalimentación constructiva entre estudiantes/mentees/escritores e instructor/poeta.
Las dos primeras jornadas tendrán una mayor carga teórica conceptual, mientras que las dos restantes presentarán tanto material formativo como espacios de trabajo grupales, pensados para llevar a la práctica aquello que se expuso durante todo el proceso.
Temás de trabajo
Diferencia entre poesía, acto poético y gesto poético
Principios básicos de la poesía
Relación entre la poesía y la música
El silencio, uno de los protagonistas del poema
Diferentes herramientas para trabajar el ritmo en el poema
El lenguaje poético (metáfora, alegoría, comparaciones y gestos poéticos).
Habilidades para crear imágenes vívidas en la escritura.
Herramientas para autoedición y autocorrección
Para conocer días, horarios y aranceles hacé clic en inscribite o ingresá en contactos y escribime.
El texto editorial que abre el número 18 de la Revista Palabras de POETA sostiene que la palabra -en la Argentina- se está convirtiendo en un andrajo y que el vaciamiento de contenido de ella está impulsada -en gran medida- por diferentes sectores de poder. Ante todos ellos la poesía se levanta como un espacio de resistencia de valores. En este posteo les comparto no sólo el editorial del último número de esta publicación, sino además también los tres poemas míos que me publicaron allí.
Editorial
Por estos días, en nuestra patria, la Palabra es un andrajo. Devastada por los mercaderes de la pobreza, por los mercenarios de la política y de la (in)comunicación, que la han devaluado a extremos imposibles. Frente a ellos la Poesía. Con nosotros de pie. Palabras de POETA nació libre y plural. Llevamos casi nueve años y 18 números recogiendo la voz de poetas de todas partes. Poetas de las más diversas ideologías, prestigio y experiencia, multiplicidad de voces haciendo posible un mundo mejor. Por eso estas palabras. Los poetas somos una pregunta, la razón y el corazón para acometer contra la injusticia, para soñar despiertos con una sociedad más justa e igualitaria. La poesía en los ojos del pez, del niño y el asombro, de la mujer que abre caminos infinitos, desenmascarando al traidor, a los especuladores del oprobio, a los que nos mienten después de hacer promesas y aquelarres, las orgías del gusano en la tumba de un pobre. Nos podemos equivocar (y muchas veces) pero no somos cómplices de la maldad y el engaño. Por eso estas palabras. Palabras como soles. Palabras indomables. Palabras en el borde del camino. Palabras en las puertas de las fábricas. Palabras en la universidad. Palabras desnudas. Palabras en las Madres de la Vida. Palabras relámpagos. Palabras trueno. Palabras dirigidas a un poder político que está destruyendo y desfinanciando los lugares destinados a construir la autonomía de un pensamiento crítico, ciencia o identidad cultural. Telam, el Inadi, el Incaa, el Instituto de Teatro y el de música, la Universidad pública y la de las Madres, el Conicet, Radio Nacional, la Biblioteca Nacional, CONADI y tantos otros son ejemplos de lo que nos está pasando.
Quiero que sea pretenciosa; que abrace un sueño, una causa; que resista.
Quiero que sea mantel para los laburantes; que se reescriba en los márgenes -de las carpetas, de la literatura-, en las periferias-.
Quiero que se grabe en los baños, que anhele ser tatuaje, grito, reclamo. Que sea farolera, que tropiece, que se caiga y se levante, que cruce las barreras, que se haga barricada; que se multiplique, se lea de corrido; se aprenda, pero no se enseñe.
Quiero que se pinte en las paredes; que se mente en los andamios; que se use de brindis; que irrumpa en las bibliotecas; que se infiltre en las escuelas.
Quiero. Quiero con fuerza -sin por qué y con todos ellos- que sea ella; que no mendigue afecto; que se entregue a todos y todas; que sea fácil como la tabla del cero; que sea amor. Nunca odio.
Quiero que explote en las dependencias, en la boca del estómago, en el pecho, en las iglesias -del primer mundo y del segundo-. Que se cante en las villas, en las tribunas de casi todas las canchas.
Que se tire a quemarropa, por convicción o despecho. Quiero que provoque; que sea generosa, popular y nacional; que no sea partido; que sea movimiento, marcha, vino y choripán. Que aprenda hacer la fila del colectivo; que viaje parada en hora pico; que ceda el asiento, la metáfora pero nunca, el concepto.
Quiero que mi poesía se refugie en el fondo de las carteras, las mochilas y los bolsillos. “Quiero lanzarla a volar como mariposas”. Quiero todo esto, pero me conformo con que pueda, tan solo, mirarte en silencio a los ojos.
Leandro Murciego “ASPIRACIÓN POÉTICA” (Inédito)
Sabe Dios que hay un verso que aún no me será revelado.
Faltan: letras, tiempo, errores, sufrires.
Ya probé sin suerte por los textos de amor, supe tirar de ambos lados esa moneda. Me destiné a los íntimos con visos filosóficos.
Y nada.
Me entregué a la poesía a mano alzada. Escribí elevando el puño sobre la piel de las nubes.
Y tampoco.
Aprendí de las madres a no ceder. Bajé al cordón. Me rondé. Me marché. Volví a las plazas. Y disparé metáforas -como ráfagas de metralla-.
Y menos…
Acabo de dejar las diatribas. Abandoné la pretenciosa aspiración de abonar la revolución.
Todavía tengo que peregrinar la poesía hacer de las palabras afiladas espinas y descubrir cuál de todas es mi cruz. Me espera la crucifixión, la muerte y la resurrección.
Leandro Murciego “PASCUA” (Inédito)
Sopló viento. Los árboles se hincaron a su paso. Las ventanas tiritaron de miedo.
Se rajó el cielo. Tronó como el vidrio que se resiste a su destino de añico.
Lloró con la angustia y la furia de aquel que, por azar o descuido de Dios, se anotició de su último infortunio.
Ríos desesperados de lágrimas corrieron perdidos, como niño que se sabe solo en medio de tanta ciudad.
Se multiplicó la basura y la miseria. Flotaron los cuerpos sin nombre en busca de su única morada -la final-.
De repente, silencio. Todo devino en calma. En extraña e inquietante calma, como la de los cementerios un rato antes de la primera hora.
En un púlpito alto, y sin poner sus pies en el suelo, un pastor le decía a su rebaño -de leones yeso- que aceptara dócilmente la muerte, que sus sagradas escrituras presagiaban la ahora anhelada pax.
Leandro Murciego “MALDITA PROVIDENCIA” (Inédito – publicado en la revista Palabas de POETA)
«UN REFUGIO»
¿En qué rincón aguarda reunir sus astillas fundirse en su luz nuestra alma presa en este insomnio de colores? No se mueve el misterio si nuestros pies no impulsan el infinito hacia el camino tu sed es una laguna que espeja tu anhelo más profundo de esa hondura nacerá tu voz el amor que se estira en los brazos de tu madre la tarde en que te harán dichoso el conocimiento de tu muerte la madera que canta mientras la luz lunar chispea sobre las sombras tus días tendrán la música las aguas aéreas de tu alma prometieron un amanecer de favores el don de lo que permanece lo no hundido en el polvo repetido de la vida tendrás que aprender a mirar recogerás un día la ponzoña que destruye la máscara de aquello que creíste ver.
Aníbal Costilla
No hacen el amor no creen en el amor o se resignaron solo toman de la bestia el duro goce el néctar salino y espeso del éxtasis y el embrujo que da la juventud. La bestia también toma de ellos y sacia así su hambre la sed.
Gustavo Tisocco (de Boca Grande, 2024)
En el N°18 de la Revista Palabras de POETA están las letras de Gustavo Tisocco, Aníbal Costilla, Diego E. Suárez, Floriano Martins, Luisa Futoransky, Eduardo Romano, Aldo Parfeniuk, Ana María Pedernera, Sergio Morán, Rafael Courtoisie, Alejandra Bosch, Pablo Dumit, Dardo Gabriel Passadore, Federico Tomás Torres, Antonella Mazzitello, Analía de la Fuente, Adriana Luna, Eduardo Moga, Liliana Mundani García, Mabel Sierra Karst, Julio Luis Gómez, María Isabel Saavedra, Yolanda Castaño, Raúl Tamargo, Víctor Alejandro Aybar, Francisco Barrionuevo Sapunar y Umberto Piersanti.
Aquellos que quieran suscribirse a la revista o adquirir éste u otro número puede hacerlo contactándose con palabrasdepoeta1@gmail.com o comunicándose por el 0351 5314139 (Córdoba, Argentina).
La docencia es una de las formaciones que menos he desempeñado en mi vida laboral, pero que amo en todas sus formas. Ayer, formé parte del V Encuentro de Escritores en la Escuela Australia junto con Silvia Crespo , Carlos Norberto Carbone , Marta Peralta, María Laura Burattini , Karina Lerman y Fabian Leppez.
Lo cierto es que cuanto más grande estoy, más lo disfruto, más juego. Fui con la idea de Leer 4 textos y de mostrarle a ese grupo de 7° grado que la poesía no sólo está presente en su vida sino que es una forma de decir diferente, de pensar, de ver la vida. Iba con la idea de buscar la proximidad con entre ellos y la poesía.
Necesito ponerlo en palabras…
Cuando entré al aula, cada cual estaba en la suya, pocas ganas de darme bola. Sólo algún saludo y un par que desde el fondo me mostraban que sabían mi nombre (ahí aparecieron los primeros hilitos de donde tirar la piola…)
Los 32° no ayudaban, la hora menos, ya habían almorzado hacía un rato y la digestión jamás es aliada de la concentración. Para despertarse era necesario que ellos hablarán y de ser posible un poco de ruido.
Después de la presentación de rigor, la mía, parte la dijeron ellos y parte la completé yo. Había ido con la remera que tiene la ilustración de la tapa de mi primer libro: Identidad: fondo negro y los dos piecitos dibujados con líneas cual si fuesen unas huellas dactilares.
Hablamos de la primera muestra identitaria que se les toma a los bebés cuando nacen (la de los pies), del registro de las huellas dactilares de ellos y de las mías e infirieron a que tanto la remera, como la tapa de mi primer libro, era una metáfora. Y arrancamos a construir algunas, juntos, en el aire.
Bien, ya logramos establecer que le poesía cuenta de metáforas o que es una forma de «metamorfasear» de decir distinto, rompiendo la lógica.
De allí saltamos a ¿Qué es la poesía?
Y a partir de allí. la magia. Hubo varias respuestas (eso ya era bastante -7 minutos de charla y estaban participando varios y atentos, la mayoría-). Entre las respuestas apareció una que invitó a que tomara el camino de la música: «La poesía, es un conjunto de palabras que tienen rima (los defensores de los versos libres debemos trabajar con ello), armonía y ritmo».
Eureca, eso me habilitó a hablarles de dos autores Nicanor Parra y Jorge Luis Borges. Y les dije: «Para Parra, poesía es la prosa que se mueve. Dicho de otra manera, es la prosa que danza. Y cuándo se danza, con la música». Entonces, la poesía debe tener movimiento, músicalidad.
Borges, por su parte, dijo que la «Poesía es un volver a la esencia del lenguaje» y eso nos lleva a Grecia y allí, los primeros que recitaban poemas eran los AEDOS, que eran los trovadores (los que decían poesía con música).
Entonces, ya teníamos definida la poesía y sumados cuatro conceptos: musicalidad, ritmo, armonía y metáfora. Ah, perdón, a mi disgusto también la rima (pero iba a servir, a la larga en la charla). Pero teníamos un problema, había que definir la música y alguien dijo: «una suma de sonidos con compaces y que, a veces, lleva letra. Es decir, poesía.»
La cosa iba mejor. Sólo había que establecer si todo sonido era música. Surgió la pregunta: ¿el timbre del recreo es música? Una de las más activas, respondió; no, se necesita que el sonido se corte por silencio». Hermoso… Todo fluía.
Claro, es así, la música y la poesía se alimentan de pausas (silencios), cambios de ritmo y de intensidades. La poesía busca romper el silencio, luego decir algo. Y para poder hacerlo tiene que alterar una estructura. Si hay ruido, crear silencio para luego imponer su pulso. Si lo que impera es el silencio hay empezar con un golpe: verso fuerte, palabra fuerte o sílaba fuerte. Luego, como la música, establecer una estructura o patrón -que en ocasiones se da con la repetición de palabras o estructuras gramaticales, entre otros recursos-.
Teníamos claro, había que llarmar la atención, crear un patrón y, luego, alterarlo. Cómo debía ser esa charla con elles. Yo debía hablar, tenía que hacerlos relacionar y elles tener el impulso o deseo de hablar, participar. Cambiar ritmos, poesía grupal.
Surgió una nueva pregunta: ¿Qué vinculación ustedes tienen con poesía? Respuestas: «Leemos en la escuela», «la escuchamos en la música», “sólo eso”.
¿Están seguros? ¿Nadie hace poesía? No. Respondieron en grupo. ¿Seguros? ¿Alguien tiene hermanos más chicos? ¿Qué pasa cuando lloran y no se pueden calmar? ¿Y cuándo se despiertan a la madrugada?
La mayoría acordó que se les canta canciones de cuna y que ellas son poemas. Y que, en ocasiones, cuando el cansancio invade, después de tres o cuatro meses de despertarse más de tres o cuatro veces en la noche. Y estar mal dormidos, y cansados hasta se olvidan las letras de las canciones y se comienzan a inventar. Es allí donde irrumpe la poesía, por ejemplo. Pero, claro, ellos no son padres y madres aún -por suerte-, así que quizá resulta difícil llegar a que sean ellos los que hagan la magia.
-¿Quién de ustedes tiene algún familiar que vive en el interior y que no va hace mucho?
Una chica, con nombre de lago, dijo: Benja. Y Benja -cuando me acerqué a él- arrancó: “mi abuelo vive en Corrientes y voy allí los veranos.
-Cómo huele la casa de tu abuelo, Benja.
El alumno se quedó pensando y despertó al poeta: “No sé. Huele raro. A campo…”. ¿Adentro huele a campo, Benja?”. No, me respendió mientras seguía buscando la palabra… Y dijo: “a verano”. Y armó la maravilla. “La casa de mi abuelo huele a verano”.
Se me escapó un grito, creo que de alegría. Tiré un aplauso a modo de automotivación y para convocar a algún remolón y dije: “Aquí nació un verso, y de los buenos… ¿Quién da más?”.
Martín, uno de los que recordaba mi nombre de la presentación en el salón de actos y que de, algún modo, había ensayado parte de mi presentación -que no fue personal, sino comunitaria- dijo: “Mi familia tiene una casa en Córdoba y vamos los veranos. Allí fuimos unas vacaciones con Roco -otro de los chicos (en verdad, no recuerdo su nombre)- y también huele distinto”…Y Martín como otros habían entendido el juego y arrojó: “En la casa se respira montaña”.
La chica con nombre a lago, patagónico y cristalino, dijo: “Yo tengo en la nariz el olor de la casa de un compañero de acá. Es rico el olor, pero es particular, no tiene nombre…” Y fue limpiando su idea hasta hacerla verso. “Llevo en mi nariz el perfume de su casa”. Y siguió usando el truco poético de decir más con menos: “llevo su casa en mi nariz” y siguió reescribiendo en el aire: “Hace diez años llevo su casa conmigo”.
Poesía, escribían poesía sin lápiz ni papel. Sino más bien, como se escribe: con la cabeza.
Otro tema resuelto: “Todo recuerdo cuando se pone en palabras es un gesto poético y hace que todos hagamos poesía. Elegir cada palabra, recortar la idea, cargar cada vocablo o frase de sentido es un gesto poético, y -por qué no- una forma de metaforizar.
Se estaban haciendo cargo que podían jugar con sus recuerdos y resignificarlos en sus cabezas. Yo estaba chocho. Ni idea de la hora y no me importaba. Mientras una seño estaba sentada, escuchando atenta. Más allá un profe de educación física se había traído una silla y se sumaba al fogón. Y ante cada participación de los chicos movía la cabeza asintiendo con una hermosa sonrisa.
¿Alguien me dice de qué habla la poesía? ¿A qué se le puede escribir? Aparecieron todas y cada una de las emociones, de los sentimientos, el fútbol (lo tiró uno a modo de risa -y apareció otra hilo de donde tirar la piola-), otro más allá dijo: de física cuántica y de matemáticas.
Sí… apareció la poesía en el grupo: la disrupción. Había que tomar por allí para atrapar a aquel que hasta el momento no se sentía convocado.
“¿Saben que las matemáticas tienen mucho que ver con la poesía? Hacer poesía es una suerte de alquimia de fórmula matemática que demanda de fórmulas y ecuaciones (también)”. Los ojos de Pedro se abrieron. Otro más que se suma, pensé. Y seguí: “Alguien conoce los sonetos? ¿Qué significa la palabra soneto?”
Estaban enganchados se animaban a tirar. Y apareció: Sonido.
-Esoooo!!! Yo me acordaba del “Loco” Gelbenzú. Un profesor de quinto año que jugaba a ser loco para captar nuestra atención. Salté, aplaudí y aceleré la voz. “El soneto es una de las formas poéticas más conocidas de la poesía. Con esto unimos música, matemáticas, poesía clásica y algo actual que los convoca… Pedro, escuchá…” Y apareció la posibilidad de tirar algo más para sumar y seguir… “¿Quién fue Lope de Vega?“, pregunté.
– Una calle respondió una de las chicas. Y otra dijo: “como Scalabrini”. – Claro, dos calles. ¿Y por qué se le pone nombres de personas a las calles? – Para recordar a los personajes. Porque fueron importantes, dijo otra de las chicas. – Así es, Scalabrini Ortiz, que fue político y Lope de Vega fue un poeta clásico español, que es el que le dio la impronta al soneto (que viene de sonido).
Busqué más. Tenía u acercarlos a ellos. Pero no mostrará el truco tan rápido. ¿Alguien conoce a Joaquín Sabina? Me sorprendió la respuesta: “sí”, dijeron un par. “Bueno él también hace sonetos, algunos de ellos son canciones, otros solo poemas, que publicó en varios de sus libros. Pero volvamos a Lope de Vega. Él para hacer poesía pensaba musical y matemáticamente. Entonces contaba las sílabas de cada verso (jugamos luego a contar algunas) y trabajaba con las sílabas tónicas y átonas (palabras que me las tiró Martín, el que quería poemas de fútbol)”.
Y empezamos a jugar con algunos de sus nombres con las sílabas tónicas. Y fueron entendiendo cómo por medio de patrones acentuales y de sílabas fuertes y débiles y de la duración del verso (cantidad de sílabas en la línea) se podía dar musicalidad.
Ahora el tema era hacer de todo aquello algo cercano a sus vidas.
-¿A quién le gusta el rap y el trap?
Y “¡Las manos de todos (o casi todos) los pibes y las pibas arriba!”. Había que aprovechar que con una lombriz se habían acercado muchos peces. “Bien, la base del rap lleva el ritmo acentual del soneto. Es más, la mayoría de los poemas de Lope de Vega se pueden decir en ritmo de rap. Y fueron rapeados por muchos. Luego, si les pica la curiosidad, busque a Lope de Vega y algunas canciones de rap e intenten hacer entrar los poemas del autor clásico en ese ritmo musical”
No sé si lo harán, pero es un hermoso ejercicio motivacional que muestra que aquello de otro siglo, quizá no está tan lejos y es otra forma de validar el ingreso a la poesía, por medio del rap y, hasta del trap. (Acá es la parte que se multiplicarán los insultos en los comentarios…)
Habiendo silabeado y jugado con la alquimia matemática y con la atención activa de Pedro había que volver a Martín. Allí volví con el juego matemático y alquimista de hacer que el poema responda a protones musicales y de tiempo. Les compartí el poema mío de “Imagen y semejanza” para D10S y que basado en el segundo gol que le hizo a los ingleses en el mundial de México ‘86. El texto tiene la duración exacta, según cómo se lea, de la jugada del Diego, desde que recibe el pase de Burruchaga hasta que la pelota acaba en la red.
La poesía es juego, ritmo, música y refleja una mirarda y se dice hasta desde un leer y decir diferente…
Después hablamos de la síntesis en la poesía (la ya hicieron), el decir distinto (y lo hicieron) de la importancia del lector, del rol activo del que lee (hablamos y pensamos juntos, lo que resultó una excusa para leer mi micropoema “Artistas”, el que dice que artista es el lector). Hablamos y pensamos sobre las nuevas construcciones de sentido que aporta la mirada poética, de las diferentes formas de contar lo mismo, lo ya conocido para aportar una mirada nueva de las cosas.
Y fundamentalmente reparamos… en el roll reaccionario, confrontativo y rebelde de este género (un hermoso espacio para manifestar sentimientos adolescentes), que encuentra en el decir poético lo que otros no quieren o no pueden ver. Un lugar nacido para disrumpir, ya que si no se apela a ello -en mi opinión- jamás se alcanza el gesto poético. Hasta acá, creo, unos pocos minutos del encuentro con 7mo grado. Un regalo. Más tarde regresé a trabajar los procesos creativos con el escritores, pero lo hice renovado, feliz, siendo otro.
«La poesía, su música y el uso del ritmo» (Parte III) *
Por Leandro Murciego
La musicalidad en el verso libre es uno de los grandes temas a la hora de trabajar la poesía. Para muchos en este tipo de poemas está todo permitido, pero ¿el verso libre goza de total libertad? ¿Existen normas, principios o fundamentos para poder transitar de manera más estética o funcional por subgénero literario?
Hace un tiempo, en una de las ferias virtuales de libros he preparado una charla que se encuentra girando en las redes sobre las normas y los principios del verso libre y, en la cual ponía en duda la libertad de ese tipo de versos, ya que éste responde a una gran cantidad de principios y estructuras que son los que -entre otras cosas- le aportan musicalidad y ritmo al texto.
A la hora de hacer versos libres conviene tener en claro que los versos largos demoran al poema, mientras que los versos cortos le aportan mayor velocidad. Entre los recursos que maneja el verso libre se encuentra el denominado esticomitia, este es un fenómeno métrico que consiste en la correspondencia exacta entre las frases y versos de una estrofa, de forma que cada verso sea una frase, dicho distinto, cada idea sea un verso.
La contracara de la esticomitia es el salto versal, también conocido como encabalgamiento, que bien podría graficarse como Slalom literario, ya que le permite al autor descender el poema (cual si fuese una montaña) dibujando zig-zags.
Sin dudas, el encabalgamiento (para leer más sobre este recurso, hacer clic acá) no sólo le aporta mayor dinamismo al texto, sino que además le permite darle mayor luminosidad a los versos y a sus significados.
El corte versal propone un freno y, al mismo tiempo, se encarga de otorgarle al nuevo verso -que nació de ese corte- mayor fuerza y velocidad. El encabalgamiento, junto con el uso de los signos de puntación, permite resaltar las pausas y dar forma a nuevas melodías.
Ahora, si por un momento recordamos que Parra (Nicanor), el gran poeta trasandino, que afirmaba que “la poesía es la prosa que baila” entendemos que este género tiene que tener como principal fundamento el movimiento y que uno de sus búsquedas es convertirse en una danza. Para ello es preciso apelar a la musicalidad, los cambios de ritmo y los giros, entre otros recursos.
Para lograr este ir y venir, el danzar sobre la página, un recurso del poeta es, sin lugar a dudas, el uso de las estructuras -léase repetición de construcciones gramaticales, que con la reiteración van dando forma a un sistema-. Además, el escritor puede servirse del empleo de patrones acentuales (en español existen tres tipos de acentos que se encuentran en las palabras agudas, graves y esdrújulas). Otra herramienta es la utilización de las sílabas tónicas (sílaba que se pronuncia con mayor intensidad) y átonas (sílaba que se pronuncia con menor intensidad), los patrones o grupos fónicos (palabras que permiten hacer un discurso más expresivo y estético, jugando con los sonidos de la lengua), la utilización de ritmos, pausas y silencios.
Pero volvamos a la esticomitia, para aquellos autores que recién comienzan se convierte en una herramienta fundamental para poder adquirir una voz literaria fuerte y clara, ya que permite poner una idea o concepto en cada verso/línea. Esto tiene un cuádruple impacto en la escritura: ordena, aporta claridad y le permite a cada verso ser contundente e independiente de los demás. Una vez que los escritores noveles o aprendices del arte de escribir manejan con estos recursos, están en condiciones de saltar a un segundo paso: el uso del encabalgamiento.
Pero ojo, jamás se desecha ninguna herramienta, ninguna viene a ser cambiada por otra, sino que la idea es siempre sumar o adquirir un nuevo recurso. Ya que la interacción o la intercalación de la esticomitia y del encabalgamiento, es decir del verso largo con el corto, es uno de los primeros pasos para construir la danza de la que tanto habla Parra (Nicanor).
¿Cómo romper con la monotonía del verso largo?
Uno de los mandamientos del mundo de la escritura sostiene que los versos largos bajan la velocidad del poema, mientras que los cortos lo aceleran. Pero existen algunos recursos para alterar, al menos un poco, esta ley poética.
El lograr un verso claro, directo y potente que resulte independiente de los demás que forman parte del poema, termina enriqueciendo y fortaleciendo la voz literaria del autor. Ahora bien, si se logra decir todo esto con palabras cortas, tónicas y con una estructura que responda a los patrones o grupos fónicos, estaremos cerca de encontrar el juego que convierta a este truco en magia.
Quizá para ello será preciso apelar a dos preguntas (que le llegan al poeta -en fase iniciática-, habitualmente, a la hora de la edición): ¿Cómo se puede decir lo mismo, con menos palabras? y ¿De qué forma se puede hacer de la manera más poéticamente posible?
Sin dudas, que sí logramos combinar la mayoría de estas estrategias se estará, de algún modo, apelando a un truco casi mágico, que posiblemente haga caer al lector en el hechizo dinámico y musical con el que juega el verso corto.
El secreto de la poesía, decir más con menos
El secreto de la poesía es la resignificación, para ello es preciso empoderar la voz literaria y habilitar la co-construcción junto con el lector de la obra. Esto que resulta complejo tiene un principio sencillo que podría definirse en pocas palabras: decir “más con menos”.
Esto, que para muchos es la base de un tratado filosófico oriental, llegó de la mano del arquitecto alemán (que vivió gran parte de su vida en los Estados Unidos), Mies Van der Rohe, y sirve casi a modo de sentencia en el trabajo poético/literario.
Basándome Mies Van der Rohe, me arriesgaría a afirmar -sabiendo que pecaré de simpleza- que: “La poesía podría definirse como el arte literario de decir más con menos”.
La gran propuesta, quizá, sea lograr crear una “esticomitia Van der Rohe”, es decir, que sea capaz de con pocas palabras multiplicar los sentidos de aquello que está diciendo. De lograr esta esticomitia Van der Rohe y si, a ella, la combinamos con el verso corto, estaremos no sólo dando forma a una estructura de sentido, sino que le aportaremos una mayor musicalidad y ritmo a la obra. Aceleración y freno, silencios y sonidos serán la base de nuestra danza poética, aquella a la que tanto hacía hincapié el gran antipoeta chileno. Si a esto se le suman versos fuertes y dicientes, estaremos otorgándole mayor intensidad al texto.
La combinación del verso largo, pero dinámico, con el corto y contundente darán forma a un vertiginoso y limpio ritmo, el cual podrá ser utilizado según la temática del texto. Pero vale recordar, que siempre el ritmo y la velocidad se verán afectados por la extensión del verso. Dicho de otra forma, cuanto más larga es la frase/verso, más lento es el poema.
Para apelar al verso corto, fuerte y dinámico, sin duda, es menester quitar todo lo que sobra. Lo que está de más. Para poder realizar la poda -que al igual que con las plantas, no mata, sino que da vida al texto- es preciso, respetar el espíritu de la poesía.
Otro aliado a la hora de trabajar el ritmo y la conceptualización de los textos es, sin dudas, el uso de la geografía del papel. No todos los versos tienen que comenzar en el mismo margen. La elección espacial puede aportarle nuevos o más ricos significados a las palabras o a los versos.
Charla para la Feria Virtual del Libro de la India (2024)
«La musicalidad y el ritmo en los versos libres»
Si querés escuchar la charla sobre «Cómo trabajar la musicalidad y el ritmo en los versos libres» que formó parte de la Feria Virtual del Libro 2024, de la India. Aquí dejo el video. No duden en escribir y aportar su mirada sobre el tema.
«La poesía, su música y el uso del ritmo» (Parte II) *
Por Leandro Murciego
Cómo decía en la primera parte de «La poesia, su música y el uso del ritmo» (parte I) la musicalidad, el ritmo, el pulso y la armonía en la poesía dan cuenta del vínculo estrecho que existe entre este género literario y la música.
Ahora bien, cuando uno se enfrenta a textos clásicos, como podrían ser los sonetos, queda muy en claro que ellos cuentan con un ritmo propio, el cual, en ese caso, está marcado por determinados esquemas silábicos en los versos y por estrofas, que van dando forma a la musicalidad de la obra.
Los sonetos clásicos se caracterizan por estar compuestos por catorce versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada cuarteto, el primer verso rima con el cuarto y el segundo con el tercero. Mientras que en el caso del primero de los tercetos, la estructura puede mostrar una rima entre el primero y el tercero, para luego repetir el juego en el terceto final.
Pero no todos los sonetos son iguales. El soneto shakespeariano, también conocido como soneto inglés, propone un juego diferente.
Los Sonetos románticos de Shakespeare están conformados por tres estrofas de cuatro versos cada una más dos versos pareados. En este caso, la estrofa está compuesta de cuatro versos de arte mayor (es decir, versos de más de nueve sílabas), generalmente endecasílabos, de rima consonante.
Recordemos que el endecasílabo es el gran verso de la poesía (y que tiene la acentuación fuerte en la 6a sílaba, aunque lo aconsejable para que el poema baile es ir cambiando la acentuación a lo largo del poema, es decir, esto podría ser: 6.5.6.7.6.5, etc -el denominado zigzig).
Para ser más claros observemos un texto del poeta modernista colombiano Guillermo Valencia:
Y en reposo silente sobre el ara,(11 sílabas) con su pico de púrpura encendida, (11 sílabas) tenue lámpara finge de Carrara (11 sílabas) sobre vivos colores sostenida. (11 sílabas)
Los sonetos ingleses suelen contar con cuatro estrofas. Cada una de ellas va alternando su estructura (ABAB CDCD EFEF GG). Esto significa que la primera y la tercera línea deben rimar, y la segunda y la cuarta línea también. En el siguiente grupo de cuatro líneas, se repite el mismo patrón con diferentes rimas. El poema termina con un pareado (dos versos que rima entre sí).
Ésta estructura, que se podría definir como 3×4+2 (o 12 versos más 2) le aporta al poema una impronta muy característica, con una musicalidad fuerte y singular.
El soneto una composición poética universal
Pero más allá de estas diferencias, el soneto es una de las composiciones más generalizadas. Ya que en la mayoría de las composiciones poéticas, como los versos Alejandrinos y los octosílabos -tan sólo para mencionar alguno de ellos- sufren adaptaciones en cada idioma.
Éstas variaciones, en gran parte, responden a que dichas estructuras o composiciones se ven obligadas a modificar su patrón acentual. Es decir, la forma en que se acentúan las palabras van determinando nuevas estructuras sonoras/ rítmicas que resultan funcionales a la musicalidad del poema.
Los versos alejandrinos, usualmente, cuentan con catorce sílabas métricas (es decir un verso de arte mayor) compuestas de dos hemistiquios con tilde en la sexta y decimotercera sílaba. Pero en francés este tipo de versos tiene trece sílabas (si se leé como un verso simple) o 7+7 sílabas (si se lee como un verso compuesto), convirtiéndose en un tipo particular de alejandrinos.
Sin dudas, cada idioma y, en algunos casos, hasta cada idiosincrasia determina las variantes o modificaciones de las estructuras de las diferentes composiciones poéticas.
Por ejemplo, en el octosílabo, en catalán, no existe el eje rítmico (éste es el acento estrófico, que se encuentra en la penúltima sílaba del verso. Este acento fijo se relaciona con la rima, la medida y las pausas de los versos). Entonces, en el octosílabo catalán no se suma una sílaba. Allí, el octosílabo cuenta con ocho sílabas.
Pero aquí nace otra pregunta: ¿para hacer poesía alcanza con las estructuras? La respuesta es no. Este género para no caer en la monotonía requiere de variaciones.
El ritmo de un poema una vez logrado debe ser interpelado, roto o intervenido por otro distinto.
Algo de ello dejó, en sus versos, Lope de Vega, que como un niño fue a golpes de sílabas tónicas, creando -por momentos- la base rítmica de su poesía.
Pero claro a todo esto hay que agregar otros recursos tales como, la sinalefa (la unión de dos vocales que se unen a la hora de hacer el conteo silábico), el uso de los silencios, las pausas (por el uso de los signos de puntuación, los saltos versales, etc), los distintos tipos de rima, tanto interna como externa, etc.
Pero esta estructura, con la que jugaba el gran poeta español, que puede parecer para muchos un descubrimiento, es el alma del rap actual.
Volvamos a Parra (Nicanor) si la poesía es danza, movimiento, podría decirse caminando por la negativa que aquello que no se mueve, que es monótono, que no combina sílabas átonas y tónicas, no es un poema. O en el mejor de los casos podríamos estar hablando de un mal poema, que contradice su ontológico espíritu danzarín. Este género necesita de ritmos, variaciones, juegos, armonías. Y algo más de la audacia y el espíritu lúdico del poeta.
El poeta y dramaturgo español Eusebio Calonge explica que el ritmo en la poesía es aquel que le aporta al texto no sólo su identidad, sino también la belleza. Así lo pone de manifiesto en una de sus afirmaciones en la que sostiene que:
“Cuando desaparece el ritmo, sólo queda el tedio de la duración”.
Pero esta frase no sólo habla de ritmo, sino también duración. Y esta última, de alguna forma, hace pensar al poema como un territorio. El poema se extiende en dos direcciones, una de ellas la horizontal y la restante, vertical.
La primera determina la medida exacta de cada verso, la cual está dada por la cantidad de sílabas que lo habitan. El conteo silábico puede variar según se trate de sílabas tónicas y átonas. Y la restante, es decir, la vertical, está dada por la duración que marca el número de estrofas y de versos que tiene un poema.
Esta última, depende de la cantidad de estrofas y versos que tiene un poema. Si pueden les propongo conseguir el “Poema a la duración”, del autor premio Nobel de literatura, Peter Handke.
continuará…
*Este material formó parte de la ponencia sobre las claves del ritmo y la musicalidad en la poesía.
¿Qué es la poesía? Si se indiga en alguno de los motores de búsqueda que ofrece la red de redes factiblemente, se encontrará una sentencia similar a esta:
“La poesía es un género literario que evoca una conciencia imaginativa concentrada/acotada/sintetizada de la experiencia o una respuesta emocional específica a través de un lenguaje elegido y organizado por su significado, sonido y ritmo”.
Esta respuesta que busca -de forma sencilla- comenzar a bosquejar un concepto de la poesía, sin dudas, prescinde de una gran cantidad de recursos que son tomados por los autores para convertir una idea o emoción en un gesto artístico, el cual lleva miles de años sobre la tierra.
Desde el primer registro poético del se tiene referencia la Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh (que fue escrito entre 2500 y 2000 AC), el cual se trata de una narración acadia en versos que dan cuenta sobre las peripecias del rey Gilgamesh, muchos fueron los cambios que fue experimentando la poesía.
Para Jorge Luis Borges, la poesía es el género que permite volver al lenguaje a su fuente originaria. Según los griegos había tres tipos de poesía: la lírica o canción, la dramática o teatral y la épica o narrativa. Actualmente, a la poesía se la vincula con la poesía lírica.
Ahora bien, a qué se referirá Borges cuando afirmaba que “la poesía volvía al lenguaje a su fuente originaria”. A mi entender, la fuente primera de este género literario -madre de todos los géneros- es la canción, la cual está signada por la musicalidad, por el ritmo. Esa primera poesía que llegó con los griegos apareció de la mano de la lira.
Si algo faltara para que nos invite a pensar a la poesía como una prima hermana de la música es el primer nombre que recibieron los poetas: AEDO. Éstos eran los primeros decidores, también conocidos como trovadores o juglares, es decir, cantores que expresan sus sentires más íntimos, los cuales son dichos con un ritmo determinado.
Ritmo, pulso y compas, en la poesía
Ahora bien, ¿qué es el ritmo?
Según la Real Academia Española (RAE), el ritmo es un orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas. Cuando pensamos en esta definición llegamos a entender que en la vida casi todo tiene ritmo, desde la respiración, pasando por el caminar, el hablar y hasta el callar. Todo tiene un ritmo, propio y singular.
Para el gran poeta chileno, Nicanor Parra, “la poesía es la prosa que se mueve”, es decir, que baila. Pero para que ello ocurra, es decir, para que la poesía se convierta en danza o música, es preciso contar con un ritmo o un compás.
Ahora, bien, ¿qué es el ritmo? El ritmo es la organización en el tiempo de pulsos y acentos. Aquí aparece otra palabra: pulso. Resulta vital definir, para seguir construyendo juntos el concepto de ritmo, ¿qué es el pulso? Éste es una serie de pulsaciones que se repiten de manera constante y que sirven para medir el tiempo.
Si tuviésemos que hacer una analogía con la poesía, podría decirse que la estructura gramatical de los versos es comparable con las denominadas pulsaciones musicales.
Entonces, volviendo a la definición de Parra si “la poesía es la prosa que baila” esta debe tener ritmo (y por ende, debe contar con pulsos -una estructura que se repite- y acentos) y compás. En la poesía el compás estará siempre determinado por las sílabas tónicas (las más intensas o fuertes) y átonas (las que se pronuncian más suaves).
Siguiendo con la analogía con la música, la estrofa sería una suerte de armonía; mientras que los acentos (prosódicos y ortográficos) le darían forma a una melodía. Ahora bien, la combinación de este tipo de acentos le irá dando forma a la composición, la cual logrará una cadencia particular.
continuará…
*Este material formó parte de la ponencia sobre las claves del ritmo y la musicalidad en la poesía.