Qué y cómo es usa el gesto poético

El gesto poético es, quizá, una forma de pensar diferente que se puede implementar en cualquier disciplina. Este gesto, de algún modo, parece tener entre sus trampolines el de la metaforización. La base del gesto poético es, según muchos autores, la resignificación o la significación metafórica o poética de algo particular…

Pero para tratar de simplificar esto, sin lugar a dudas, convendría comenzar por definir qué es un gesto o qué entendemos por gesto. Éste se trata de un movimiento del rostro, las manos u otra parte del cuerpo que por medio de él se transmite mensajes o expresar afectos o emociones. Los gestos son formas de comunicación no verbal que pueden utilizarse en lugar del habla o junto con ella.

Ahora bien, si se entiende al gesto como una forma de comunicación mínima capaz de expresar de manera condensada un concepto, podríamos comenzar a desandar esta expresión en el campo de la poesía.

El gesto poético -entonces- podría definirse como un recurso -en ocasiones menor o de característica no formal- que explora las posibilidades y las potencialidades del cuerpo poético, por medio del cual se pueden lograr o producir nuevas formas ficcionales o escénicas.

El gesto poético y la metáfora

Éste recurso bien podría definirse como un primo hermano de la metáfora y de la comparación. Algunos poetas apelan más al gesto que a los recursos más convencionales.

En mi entender, el primer gesto poético del que se tiene referencia y al que hacemos permanentemente uso es el de recordar. Cada vez que nos vuelve a la memoria un recuerdo y, más aún, cuando lo contamos estamos experimentando un gesto poético.

Cada vez que recordamos hacemos una nueva selección del hecho sucedido, recreamos el recuerdo y le damos lugar a nuevas sensaciones. Además, de elegir las palabras que vamos a utilizar, las cargamos de sentidos. En muchos casos, originales sentidos. Digo originales como sinónimo de nuevo y no de originario (no se lea sentido primero).





Este recorte, resignificación y recreación es, a mi entender, el primer gesto poético que no forma parte de los recursos literarios convencionales, pero que bien podríamos decir que en el recorte está la génesis de la poesía o el primer atisbo de ella. 

Quiero poner luz, sobre algo que recién sugerí, los recursos literarios no convencionales. Estos gestos poéticos pueden llevar en ellos toda la carga de la poesía, que la representa y la compendia en pequeñas gotas. Casi como una esencia creada por un perfumista. Este proceso de creación y sintetización suele pasar a diario en nuestra vida y sólo hay que estar dispuesto a percibirlo y reconocerlo. Una actitud que reclama casi un pequeño acto de fe, una filosofía de vida. 


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Romper la lógica

Para escribir poesía no se requiere de grandes cosas, sin dudas, hacen falta caminar por la vida dejándose asombrar, cambiar las certezas por preguntas -no para prescindir de las respuestas, sino generar más y más posibles respuestas-.

Para escribir poesía es preciso distinguir los pequeños gestos poéticos capaces de romper con las lógicas. Con lo sabido, de algún modo, es necesario crear -no contar- un nuevo universo. Un universo que sea posible, pero a la vez original. Y en ocasiones sólo alcanza, con unir algunas palabras para dar forma a nuevas imágenes.

Como decía Federico García Lorca, ´poesía puede ser unir dos palabras. “Unir dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo nuevo, algo así como un misterio».

La poesía como gesto

Otra visión quizá más apasionante sobre el gesto poético la aporta el escritor chileno Roberto Bolaños (poeta, novelista) “la poesía es un gesto, más que un acto, que tiene mucho de adolescente, el gesto de un adolescente frágil e inerme que apuesta lo poco que tiene por algo que no se sabe muy bien que es, y que -generalmente- pierde”, según declaró en una entrevista.

Bolaños se resiste a definir la poesía, pues definirla es institucionalizarla/institucionalizarse. Definirla -según Pedro Jalid – “es volver la poesía un género literario más, y para Bolaño se trata de algo mucho mayor que eso. Si dierá, igualmente, un punto desde donde pensar al fenómeno poético: el asumir el ejercicio de la poesía como un gesto”.

El primero de los cuatro encuentros de "Poesía en 4 pasos" gira entorno a: ¿Qué es la poesía, el gesto poético y el acto poético? 

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El primero de los cuatro encuentros de «Poesía en 4 pasos» gira entorno a: ¿Qué es la poesía, el gesto poético y el acto poético?

Borges y Bolaños

De algún modo, Bolaños entiende que la poesía es un juego que se juega en serio, a cara de perro, a vida o muerte. Para Bolaños la poesía no es un género literario, sino más bien una forma de entender la vida. Al igual que Jorge Luis Borges, Bolaños sostiene que poeta se es de tiempo completo y que, por ende, no se trata de hacer poesía, sino -por el contrario- de no poder dejar de hacerla, de verla, de respirarla, de pensarla, de escribirla, de leerla, de decirla, de escucharla.

La poesía es un ejercicio cotidiano que no se elige, se practica y con la práctica crece. La poesía quizá sea el gesto que define, como sugiere Bolaños, la vida del escritor y sus letras. 

Por Leandro Murciego

Si te interesa saber más sobre el acto poético u otros temas vinculados con el proceso de escritura, dejame un mensaje. Me dedico a trabajar procesos creativos de novelistas, cuentistas, poetas, ensayistas, etc, crear o reformular metodologías de trabajo, y hábitos de escritura, entre otras cosas. Escribrime aquí, te espero.



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La página en blanco, territorio a ser conquistado (parte II)

La página en blanco, un territorio para ser conquistado (clic aquí para leer la parte I)

La magia de la poesía no es respetar las reglas, sino, más bien, subvertir. La poesía viene a crear nuevos órdenes y para ello es preciso que el poeta se arme de valor y se anime a salir a crear nuevos universos literarios. Y sin dudas, la inexplorable geografía de la página es una de las tantas áreas a conquistar por el poeta.  

El poema es una construcción cuasi arquitectónica. Por más pequeño que sea tiene una superficie (dada por la longitud de sus versos y por la extensión o duración que está marcada por el número de estrofas). Como toda construcción para ser desarrollada requiere de un territorio, una geografía, la cual podríamos llamar página.

Reconocer el terreno es menester del arquitecto para poder allí llevar adelante su obra. Ésta, en ocasiones, busca integrarse con el paisaje, mientras que en otras oportunidades lo desafía.

Tanto para una como para otra opción, el artista requiere de un estudio del suelo, ya sea para hacer pozos o nivelar la tierra.

Es decir, hacer propia la geografía para poder llevar adelante la obra. El poeta -como buen arquitecto- puede estudiar el terreno/la página en blanco para cimentar allí un gran poema.

Entonces, el escritor llamado a hacer poesía cuenta con dos herramientas fundamentales: el silencio y la musicalidad. La tercera variable -que, sin dudas, colaborará con la identidad del poema- será el uso de la página, seguramente, el territorio poético menos explorado por los autores. 

Cabe recordar que a todo poema lo precede y lo sucede el silencio. El poema viene a disrumpir la calma. Es una explosión-musical en medio de dos mudeces. Para que la poesía sea tal requiere -según Nicanor Parra y Jorge Luis Borges- musicalidad. Y la música está dada por secuencias o estructuras sonoras que se van intercalando para generar una melodía. Aquí, es decir, en la música -al igual que en la poesía- la pausa y el silencio son dos de sus protagonistas. 

Cómo usar la página en blanco

En el caso del lenguaje poético las pausas están dados por el uso de los signos de puntuación (la coma, el punto y coma, el punto, los dos puntos, los tres puntos), los saltos versales, los saltos de estrofas y la ubicación del verso en la página.

La página en blanco es una  inexplorable geografía a conquistar por el poeta

Vale aclarar que la gramática en la poesía varía. De tal manera que muchos autores prefieren escindir tanto de los puntos suspensivos como de los puntos y comas. La argumentación, en esos casos, es que esos recursos gramaticales son reemplazados tanto por los saltos versales como por las separaciones de las estrofas. 

Cada uno de ellos aporta un tipo de pausa diferente -las cuales varían en su duración-, ahora bien.

Tan sólo para ensayar un juego de equivalencias podría intentar hacer una suerte de escalafón:

1°, El salto versal a medio silencio (pero puede combinarse tanto con la coma como con el punto)
2°, La coma equivaldría a un silencio
3°, El punto, a dos silencios.
4°, El salto de estrofa equivaldría a uno (también se puede combinar tanto con la coma como con el punto).

¿Se leé diferente el verso con sangría?

Ahora, bien aquí surge una pregunta, ¿teniendo en cuenta a la página como territorio, será lo mismo un verso que comienza en el margen que aquel que nace entrando o promediando la línea? 

La página en blanco es una  inexplorable geografía a conquistar por el poeta

Este tipo de verso debería tener una pausa mayor, ya que el punto de inicio del texto no sólo sirve para reafirmar tanto lvisual como lo conceptualmente una palabra o una frase, sino también para establecer un decir distinto. Allí, el silencio toma un mayor protagonismo. Es decir, el género poético cuenta con una gramática propia, extraña al resto de la literatura. 

Si tenemos en cuenta a la página en blanco como un escenario a explorar, también se puede pensar en diferentes propuestas en las que el decir poético llega de la mano de las construcciones de formas o de ubicaciones, entre otras variables.

En este juego de apropiación del espacio se pueden imaginar textos que imiten formas humanas, de objetos o de símbolos. También se pueden hacer dialogar estrofas enfrentándolas entre sí. Escribir poemas circulares o espiralados o laberínticos. Hacer que el texto tome cuerpo de que aquello que dice, que se haga lo que sostiene. Es decir, que sea lo dice que es. 

La hoja en blanco es una invitación a dar un paso más en el manejo del texto, en el decir poético. Sin dudas, La elección espacial puede aportarle nuevos o más ricos significados tanto a las palabras como a los versos.

El síndrome de la página en blanco


Muchos autores a la hora de enfrentarse a una página o en blanco comienzan a sentir angustia, ahogo y, algunos, arriesgan a decir que se encuentran frente al temido síndrome de la página en blanco o bloqueo de escritura.

Lo cierto es que en la mayoría de los casos sólo se trata de un conjunto de síntomas (entre los que se destacan: malestar, miedo, ansiedad, etc), pero lejos está de encontrarse al temido bloqueo literario. Los que saben, sostienen que estas manifestaciones pueden deberse a una combinación de factores como la presión por la entrega de un material, la autoexigencia (el perfeccionismo), el cansancio, el miedo al error y la falta de lectura, entre muchas posibilidades.

En muchas ocasiones esto se debe a que las personas subestiman la tarea del escritor y no prescinden tanto de hábitos creativos como de metodología de trabajo. Otro factor que colabora con la pérdida de ideas es tanto la falta de lecturas como de conocimiento de su proceso creativo.

Cómo superar la parálisis creativa

Sin dudas, para superar el estado de parálisis creativa se pueden probar algunos consejos como que en muchos casos suelen venir de la mano de una disciplina conocida como “Escritura creativa”. Por medio de ella se pueden realizar algunos ejercicios que inviten tanto a estimular el desarrollo de las ideas como a perder el miedo por ese territorio inexplorado llamado página en blanco o territorio virgen o libre. 




Ahora bien, el «síndrome de la página en blanco» o bloqueo creativo es una manifestación que puede afectar a los escritores (sobre todo a los principiantes) en diferentes momentos de la vida y suele estar generado por varios motivos.

La duración puede ser cuestión de horas, días, semanas y hasta meses. En muchos casos, motivos tales como la depresión y las situaciones de estrés suelen ser instigadores del tan temido síndrome. El primero en ponerlo en palabras fue el psicoanalista alemán Edmund Bergler, en 1947. A diferencia de lo que muchos creen esto no es exclusivo de escritores, sino que suele a atacar a las personas que están vinculadas con la creatividad y con el arte. Entre sus víctimas se encuentran, también, escultores, pintores, diseñadores, dramaturgos, etc.

Tres años más tarde, Bergler lo convirtió en un tema de estudio, siendo este el eje de su obra The writer and psychoanalisis.

Cómo evitar el síndrome de la página en blanco

Entre las propuestas que, por lo general, se ofrecen para romper con el «Síndrome de la página en blanco» se destacan:

  • Escribir a mano
  • Establecer una rutina de escritura
  • Mantener las expectativas en un nivel realista
  • Organizar mejor el tiempo
  • Preparar el espacio de escritura

Escribir a mano

Escribir a mano estimula más el cerebro que si para hacerlo se utiliza un teclado o una pantalla, ya que involucra áreas relacionadas con la memoria, la coordinación motora fina y la percepción visual. Es por eso que los científicos y los neurólogos recomiendan no sólo sostener el hábito de la escritura manual, sino que además instan a hacerlo con letra cursiva.

Ésta metodología de escritura ofrece una gran cantidad de beneficios entre los que se destacan: mejorar la memoria, prevenir el deterioro cognitivo, mejorar la capacidad de lectura y de escritura, favorece la creatividad y el pensamiento crítico. Además, mejora la organización espacial y la coordinación ojo-mano (visomotora). Otra de las bondades que otorga es una mayor conexión personal. 

En la República Argentina, un estudio realizado por la Universidad de San Andrés sostiene que la escritura a mano no sólo que aumenta la creatividad, sino que colabora con el desarrollo de la inteligencia cerebral. 

Además, escribir a mano permite adentrarse en los pensamientos y emociones, lo que puede resultar fundamental para el bienestar psicofísico y el crecimiento personal.
Por último, escribir a mano ayuda a prevenir o retrasar la aparición de enfermedades de deterioro cognitivo, como el alzhéimer o la demencia senil.  

Para concluir, la página en blanco, en ocasiones invita a la pausa. Y la pausa es, por sobre todas las cosas, un gesto poético que viene a interpelar al sistema, de allí su gran importancia en el quehacer del poeta.

Por Leandro Murciego

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“La página en blanco es un territorio a ser conquistado”

Por Leandro Murciego

Para muchos autores, a la hora del silencio literario -la pausa de escritura o la falta de la inspiración-, la página en blanco se convierte en uno de los mayores cucos. Su simple presencia aviva los más diversos fantasmas que le abren el paso a los tan temidos «juicios de valores». De allí, que una gran cantidad de artistas busquen escaparle a ese conflicto, sin ver que en él se encuentra uno de los mayores trampolines para repensar y transformar el texto. O, dicho de otra manera, la posibilidad de hacer de ese texto una obra artística. Es por ello que la página en blanco es un territorio a ser conquistado por el poeta.

Según algunos autores, la página en blanco es un espacio donde habitan: el silencio, los fantasmas, los miedos. Dicen que el miedo a lo desconocido es una de las respuestas más naturales del ser humano. Y que el miedo, es una reacción -que compartimos con los animales- que nos ayuda a sobrevivir. 

Foto de miedo (fuente Freepik.es)

Arranquemos por lo más sencillo, es decir, la definición de la página en blanco. Ésta es un tipo de papel “sin patrones (aparentes)”, líneas ni colores preexistentes. Este tipo de hoja suele ofrecer más libertades a quien la aborda, pero -a la vez- menos normas. Esta fórmula para muchas personas suele convertirse en un inconveniente complejo, que podría definirse como la “libertad que ahoga”. Pero quiero volver a  la sentencia “sin patrones aparentes”, este tipo de página tiene una norma, tan clara como potente: la superficie (es decir, sus dimensiones). Ésta se convierte en la posibilidad y, al mismo tiempo, en el límite. Es decir, donde comienza la página, donde amanece la hoja, nacen todas las posibilidades, pero a la vez ese mismo marco que invita a la creación es el que se convierte en el propio límite de la misma. 

La página en blanco como problema

Hay que aclarar que página en blanco se presenta como un inconveniente u obstáculo cuando el artista carece del impulso de la escritura. En los momentos en que las personas se encuentran “en vena” (es decir, que cuentan con la “inspiración”, la idea o el deseo de llevar adelante la labor de la escritura -tema para otra charla, capítulo o artículo-) jamás la página en blanco se presenta como un obstáculo, un impedimento o un espacio intimidante capaz de generar los más diversos miedos. 

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) el miedo es “la angustia por un riesgo o daño real o imaginario”. Otra acepción, que ofrece la institución -fundada en 1713- que vela por la lengua española, es que se trata de un “recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”. 

Algunos especialistas explican que el cerebro humano a la hora de enfrentarse a algo nuevo recurre a experiencias pasadas para saber cómo operar ante ellas. Pero, en ocasiones, cuando se trata de algo desconocido, le es imposible encontrar pistas que le sirvan por lo que se genera una sensación de temor y ansiedad.

En mi experiencia -fruto del trabajo realizado con una gran cantidad de autores, por medio de los procesos de coaching literarios o mentoring para escritores,-, algunos artistas encuentran en la página en blanco un oscuro abismo que los confronta con un -temido- sentimiento de vacío (también llamado -por los psicólogos- vacío existencial). Este sentir -más común de lo que creemos- suele venir de la mano de la pérdida de la motivación y del interés (lo que para muchos autores se traduce en el miedo al bloqueo creativo). 

Otra de las sensaciones que llegan con el “vacío” o “vacío existencial” es el de “sentir o creer que no se tiene nada adentro”. Sin duda, se trata de un sentimiento negativo asociado frecuentemente con el sufrimiento y el conflicto. 

¿El conflicto es un problema? 

En mi entender, el problema no es el conflicto, sino la forma y la predisposición con la que se lo aborda. Este puede ser angustioso, pero también puede ser vivido como una oportunidad para conocerse o para probar nuevas formas de resolución. Esta última opción, sin lugar a dudas, permitirá descubrir nuevos modos o posibles abordajes que traerán experiencias  nunca antes vividas. Sin lugar a dudas, elegir este camino permitirá forjar una nueva arista de nuestra identidad artística.

Si unimos las afirmaciones antes mencionadas, tomando como punto de partida el proceso literario y a la página en blanco como centro de análisis, podríamos darle forma a una suerte de definición, que -quizá- ayudaría a comprender uno de los tantos efectos que causa este escenario a una gran cantidad de escritores. 

La página en blanco puede presentarse como una angustia o un riesgo imaginario o, bien, como el fantasma de o temor de enfrentarse a lo desconocido. Para algunos autores la página en blanco es sinónimo o manifestación concreta del llamado bloqueo creativo o de escritura.

Pero lo cierto es que la página en blanco es sólo eso: un territorio libre para ser conquistado por el poeta. 

Ésta, sin dudas, puede convertirse en una gran aliada de quien escribe. Allí las palabras y los versos pueden tomar cuerpo, destacarse o intentar perderse entre sus propios pares.



Pero la página en blanco invita a que los autores puedan disfrutar de ella como los niños lo hacen en la plaza. Allí el límite es casi propio. Para el poeta, en la página todo está permitido. No existe una norma preexistente. Cada cual, como en el Anton Pirulero, podrá tratar de dar forma a su juego. Sólo se requiere: originalidad, ganas de divertirse-jugar (pero en serio) y audacia para crear un universo propio.

Este último punto quizá sea el más importante. La página en blanco, permite al autor crear un territorio con normas propias, las cuales deberían ser claras y constantes. Es función del artista crear el juego y dejar a la luz la regla o las normas. De no suceder así para los lectores, ese juego se convertirá en ininteligible. Un trabalenguas reservado sólo para pocos. 

La página en blanco ofrece una gran cantidad de posibilidades, las cuales irán variando según la capacidad de juego del artista y del pacto que esté dispuesto a realizar con el lector. 

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La musicalidad y el ritmo en el verso libre

«La poesía, su música y el uso del ritmo» (Parte III) *

La musicalidad en el verso libre es uno de los grandes temas a la hora de trabajar la poesía. Para muchos en este tipo de poemas está todo permitido, pero ¿el verso libre goza de total libertad? ¿Existen normas, principios o fundamentos para poder transitar de manera más estética o funcional por subgénero literario?

Hace un tiempo, en una de las ferias virtuales de libros he preparado una charla que se encuentra girando en las redes sobre las normas y los principios del verso libre y, en la cual ponía en duda la libertad de ese tipo de versos, ya que éste responde a una gran cantidad de principios y estructuras que son los que -entre otras cosas- le aportan musicalidad y ritmo al texto. 

A la hora de hacer versos libres conviene tener en claro que los versos largos demoran al poema, mientras que los versos cortos le aportan mayor velocidad. Entre los recursos que maneja el verso libre se encuentra el denominado esticomitia, este es un fenómeno métrico que consiste en la correspondencia exacta entre las frases y versos de una estrofa, de forma que cada verso sea una frase, dicho distinto, cada idea sea un verso.

La contracara de la esticomitia es el salto versal, también conocido como encabalgamiento, que bien podría graficarse como Slalom literario, ya que le permite al autor descender el poema (cual si fuese una montaña) dibujando zig-zags. 

Sin dudas, el encabalgamiento (para leer más sobre este recurso, hacer clic acá) no sólo le aporta mayor dinamismo al texto, sino que además le permite darle mayor luminosidad a los versos y a sus significados. 

El corte versal propone un freno y, al mismo tiempo, se encarga de otorgarle al nuevo verso -que nació de ese corte- mayor fuerza y velocidad. El encabalgamiento, junto con el uso de los signos de puntación, permite resaltar las pausas y dar forma a nuevas melodías.

Parra (Nicanor), el gran poeta trasandino, que afirmaba que  “la poesía es la prosa que baila”. Leé más sobre la musicalidad del verso en Apalabrarte un sitio (de Leandro Murciego -Coach literario- para escritores y amantes de las letras

Ahora, si por un momento recordamos que Parra (Nicanor), el gran poeta trasandino, que afirmaba que  “la poesía es la prosa que baila” entendemos que este género tiene que tener como principal fundamento el movimiento y que uno de sus búsquedas es convertirse en una danza. Para ello es preciso apelar a la musicalidad, los cambios de ritmo y los giros, entre otros recursos. 

Para lograr este ir y venir, el danzar sobre la página, un recurso del poeta es, sin lugar a dudas, el uso de las estructuras -léase repetición de construcciones gramaticales, que con la reiteración van dando forma a un sistema-. Además, el escritor puede servirse del empleo de patrones acentuales (en español existen tres tipos de acentos que se encuentran en las palabras agudas, graves y esdrújulas). Otra herramienta es la utilización de las sílabas tónicas (sílaba que se pronuncia con mayor intensidad) y átonas (sílaba que se pronuncia con menor intensidad), los patrones o grupos fónicos (palabras que permiten hacer un discurso más expresivo y estético, jugando con los sonidos de la lengua), la utilización de ritmos, pausas y silencios. 

Pero volvamos a la esticomitia, para aquellos autores que recién comienzan se convierte en una herramienta fundamental para poder adquirir una voz literaria fuerte y clara, ya que permite poner una idea o concepto en cada verso/línea.
Esto tiene un cuádruple impacto en la escritura: ordena, aporta claridad y le permite a cada verso ser contundente e independiente de los demás. Una vez que los escritores noveles o aprendices del arte de escribir manejan con estos recursos, están en condiciones de saltar a un segundo paso: el uso del encabalgamiento. 

Pero ojo, jamás se desecha ninguna herramienta, ninguna viene a ser cambiada por otra, sino que la idea es siempre sumar o adquirir un nuevo recurso. Ya que la interacción o la intercalación de la esticomitia y del encabalgamiento, es decir del verso largo con el corto, es uno de los primeros pasos para construir la danza de la que tanto habla Parra (Nicanor). 

¿Cómo romper con la monotonía del verso largo?


Uno de los mandamientos del mundo de la escritura sostiene que los versos largos bajan la velocidad del poema, mientras que los cortos lo aceleran. Pero existen algunos recursos para alterar, al menos un poco, esta ley poética. 

El lograr un verso claro, directo y potente que resulte independiente de los demás que forman parte del poema, termina enriqueciendo y fortaleciendo la voz literaria del autor. Ahora bien, si se logra decir todo esto con palabras cortas, tónicas y con una estructura que responda a los patrones o grupos fónicos, estaremos cerca de encontrar el juego que convierta a este truco en magia.

Quizá para ello será preciso apelar a dos preguntas (que le llegan al poeta -en fase iniciática-, habitualmente, a la hora de la edición): ¿Cómo se puede decir lo mismo, con menos palabras? y ¿De qué forma se puede hacer de la manera más poéticamente posible?

Sin dudas, que sí logramos combinar la mayoría de estas estrategias se estará, de algún modo, apelando a un truco casi mágico, que posiblemente haga caer al lector en el hechizo dinámico y musical con el que juega el verso corto. 

El secreto de la poesía, decir más con menos

El secreto de la poesía es la resignificación, para ello es preciso empoderar la voz literaria y habilitar la co-construcción junto con el lector de la obra. Esto que resulta complejo tiene un principio sencillo que podría definirse en pocas palabras: decir “más con menos”.

 

Esto, que para muchos es la base de un tratado filosófico oriental, llegó de la mano del arquitecto alemán (que vivió gran parte de su vida en los Estados Unidos), Mies Van der Rohe, y sirve casi a modo de sentencia en el trabajo poético/literario. 

Basándome Mies Van der Rohe, me arriesgaría a afirmar -sabiendo que pecaré de simpleza- que: “La poesía podría definirse como el arte literario de decir más con menos”. 

La gran propuesta, quizá, sea lograr crear una “esticomitia Van der Rohe”, es decir, que sea capaz de con pocas palabras multiplicar los sentidos de aquello que está diciendo. De lograr esta esticomitia Van der Rohe y si, a ella, la combinamos con el verso corto, estaremos no sólo dando forma a una estructura de sentido, sino que le aportaremos una mayor musicalidad y ritmo a la obra. Aceleración y freno, silencios y sonidos serán la base de nuestra danza poética, aquella a la que tanto hacía hincapié el gran antipoeta chileno. Si a esto se le suman versos fuertes y dicientes, estaremos otorgándole mayor intensidad al texto. 

La combinación del verso largo, pero dinámico, con el corto y contundente darán forma a un vertiginoso y limpio ritmo, el cual podrá ser utilizado según la temática del texto. Pero vale recordar, que siempre el ritmo y la velocidad se verán afectados por la extensión del verso. Dicho de otra forma, cuanto más larga es la frase/verso, más lento es el poema. 

Para apelar al verso corto, fuerte y dinámico, sin duda, es menester quitar todo lo que sobra. Lo que está de más. Para poder realizar la poda -que al igual que con las plantas, no mata, sino que da vida al texto- es preciso, respetar el espíritu de la poesía.

Otro aliado a la hora de trabajar el ritmo y la conceptualización de los textos es, sin dudas, el uso de la geografía del papel. No todos los versos tienen que comenzar en el mismo margen. La elección espacial puede aportarle nuevos o más ricos significados a las palabras o a los versos. 

Leandro Murciego
Escritor, periodista y coach literario


Charla para la Feria Virtual del Libro de la India (2024)

«La musicalidad y el ritmo en los versos libres»

Si querés escuchar la charla sobre «Cómo trabajar la musicalidad y el ritmo en los versos libres» que formó parte de la Feria Virtual del Libro 2024, de la India. Aquí dejo el video. No duden en escribir y aportar su mirada sobre el tema.

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