La página en blanco, territorio a ser conquistado (parte II)

La página en blanco, un territorio para ser conquistado (clic aquí para leer la parte I)

La magia de la poesía no es respetar las reglas, sino, más bien, subvertir. La poesía viene a crear nuevos órdenes y para ello es preciso que el poeta se arme de valor y se anime a salir a crear nuevos universos literarios. Y sin dudas, la inexplorable geografía de la página es una de las tantas áreas a conquistar por el poeta.  

El poema es una construcción cuasi arquitectónica. Por más pequeño que sea tiene una superficie (dada por la longitud de sus versos y por la extensión o duración que está marcada por el número de estrofas). Como toda construcción para ser desarrollada requiere de un territorio, una geografía, la cual podríamos llamar página.

Reconocer el terreno es menester del arquitecto para poder allí llevar adelante su obra. Ésta, en ocasiones, busca integrarse con el paisaje, mientras que en otras oportunidades lo desafía.

Tanto para una como para otra opción, el artista requiere de un estudio del suelo, ya sea para hacer pozos o nivelar la tierra.

Es decir, hacer propia la geografía para poder llevar adelante la obra. El poeta -como buen arquitecto- puede estudiar el terreno/la página en blanco para cimentar allí un gran poema.

Entonces, el escritor llamado a hacer poesía cuenta con dos herramientas fundamentales: el silencio y la musicalidad. La tercera variable -que, sin dudas, colaborará con la identidad del poema- será el uso de la página, seguramente, el territorio poético menos explorado por los autores. 

Cabe recordar que a todo poema lo precede y lo sucede el silencio. El poema viene a disrumpir la calma. Es una explosión-musical en medio de dos mudeces. Para que la poesía sea tal requiere -según Nicanor Parra y Jorge Luis Borges- musicalidad. Y la música está dada por secuencias o estructuras sonoras que se van intercalando para generar una melodía. Aquí, es decir, en la música -al igual que en la poesía- la pausa y el silencio son dos de sus protagonistas. 

Cómo usar la página en blanco

En el caso del lenguaje poético las pausas están dados por el uso de los signos de puntuación (la coma, el punto y coma, el punto, los dos puntos, los tres puntos), los saltos versales, los saltos de estrofas y la ubicación del verso en la página.

La página en blanco es una  inexplorable geografía a conquistar por el poeta

Vale aclarar que la gramática en la poesía varía. De tal manera que muchos autores prefieren escindir tanto de los puntos suspensivos como de los puntos y comas. La argumentación, en esos casos, es que esos recursos gramaticales son reemplazados tanto por los saltos versales como por las separaciones de las estrofas. 

Cada uno de ellos aporta un tipo de pausa diferente -las cuales varían en su duración-, ahora bien.

Tan sólo para ensayar un juego de equivalencias podría intentar hacer una suerte de escalafón:

1°, El salto versal a medio silencio (pero puede combinarse tanto con la coma como con el punto)
2°, La coma equivaldría a un silencio
3°, El punto, a dos silencios.
4°, El salto de estrofa equivaldría a uno (también se puede combinar tanto con la coma como con el punto).

¿Se leé diferente el verso con sangría?

Ahora, bien aquí surge una pregunta, ¿teniendo en cuenta a la página como territorio, será lo mismo un verso que comienza en el margen que aquel que nace entrando o promediando la línea? 

La página en blanco es una  inexplorable geografía a conquistar por el poeta

Este tipo de verso debería tener una pausa mayor, ya que el punto de inicio del texto no sólo sirve para reafirmar tanto lvisual como lo conceptualmente una palabra o una frase, sino también para establecer un decir distinto. Allí, el silencio toma un mayor protagonismo. Es decir, el género poético cuenta con una gramática propia, extraña al resto de la literatura. 

Si tenemos en cuenta a la página en blanco como un escenario a explorar, también se puede pensar en diferentes propuestas en las que el decir poético llega de la mano de las construcciones de formas o de ubicaciones, entre otras variables.

En este juego de apropiación del espacio se pueden imaginar textos que imiten formas humanas, de objetos o de símbolos. También se pueden hacer dialogar estrofas enfrentándolas entre sí. Escribir poemas circulares o espiralados o laberínticos. Hacer que el texto tome cuerpo de que aquello que dice, que se haga lo que sostiene. Es decir, que sea lo dice que es. 

La hoja en blanco es una invitación a dar un paso más en el manejo del texto, en el decir poético. Sin dudas, La elección espacial puede aportarle nuevos o más ricos significados tanto a las palabras como a los versos.

El síndrome de la página en blanco


Muchos autores a la hora de enfrentarse a una página o en blanco comienzan a sentir angustia, ahogo y, algunos, arriesgan a decir que se encuentran frente al temido síndrome de la página en blanco o bloqueo de escritura.

Lo cierto es que en la mayoría de los casos sólo se trata de un conjunto de síntomas (entre los que se destacan: malestar, miedo, ansiedad, etc), pero lejos está de encontrarse al temido bloqueo literario. Los que saben, sostienen que estas manifestaciones pueden deberse a una combinación de factores como la presión por la entrega de un material, la autoexigencia (el perfeccionismo), el cansancio, el miedo al error y la falta de lectura, entre muchas posibilidades.

En muchas ocasiones esto se debe a que las personas subestiman la tarea del escritor y no prescinden tanto de hábitos creativos como de metodología de trabajo. Otro factor que colabora con la pérdida de ideas es tanto la falta de lecturas como de conocimiento de su proceso creativo.

Cómo superar la parálisis creativa

Sin dudas, para superar el estado de parálisis creativa se pueden probar algunos consejos como que en muchos casos suelen venir de la mano de una disciplina conocida como “Escritura creativa”. Por medio de ella se pueden realizar algunos ejercicios que inviten tanto a estimular el desarrollo de las ideas como a perder el miedo por ese territorio inexplorado llamado página en blanco o territorio virgen o libre. 




Ahora bien, el «síndrome de la página en blanco» o bloqueo creativo es una manifestación que puede afectar a los escritores (sobre todo a los principiantes) en diferentes momentos de la vida y suele estar generado por varios motivos.

La duración puede ser cuestión de horas, días, semanas y hasta meses. En muchos casos, motivos tales como la depresión y las situaciones de estrés suelen ser instigadores del tan temido síndrome. El primero en ponerlo en palabras fue el psicoanalista alemán Edmund Bergler, en 1947. A diferencia de lo que muchos creen esto no es exclusivo de escritores, sino que suele a atacar a las personas que están vinculadas con la creatividad y con el arte. Entre sus víctimas se encuentran, también, escultores, pintores, diseñadores, dramaturgos, etc.

Tres años más tarde, Bergler lo convirtió en un tema de estudio, siendo este el eje de su obra The writer and psychoanalisis.

Cómo evitar el síndrome de la página en blanco

Entre las propuestas que, por lo general, se ofrecen para romper con el «Síndrome de la página en blanco» se destacan:

  • Escribir a mano
  • Establecer una rutina de escritura
  • Mantener las expectativas en un nivel realista
  • Organizar mejor el tiempo
  • Preparar el espacio de escritura

Escribir a mano

Escribir a mano estimula más el cerebro que si para hacerlo se utiliza un teclado o una pantalla, ya que involucra áreas relacionadas con la memoria, la coordinación motora fina y la percepción visual. Es por eso que los científicos y los neurólogos recomiendan no sólo sostener el hábito de la escritura manual, sino que además instan a hacerlo con letra cursiva.

Ésta metodología de escritura ofrece una gran cantidad de beneficios entre los que se destacan: mejorar la memoria, prevenir el deterioro cognitivo, mejorar la capacidad de lectura y de escritura, favorece la creatividad y el pensamiento crítico. Además, mejora la organización espacial y la coordinación ojo-mano (visomotora). Otra de las bondades que otorga es una mayor conexión personal. 

En la República Argentina, un estudio realizado por la Universidad de San Andrés sostiene que la escritura a mano no sólo que aumenta la creatividad, sino que colabora con el desarrollo de la inteligencia cerebral. 

Además, escribir a mano permite adentrarse en los pensamientos y emociones, lo que puede resultar fundamental para el bienestar psicofísico y el crecimiento personal.
Por último, escribir a mano ayuda a prevenir o retrasar la aparición de enfermedades de deterioro cognitivo, como el alzhéimer o la demencia senil.  

Para concluir, la página en blanco, en ocasiones invita a la pausa. Y la pausa es, por sobre todas las cosas, un gesto poético que viene a interpelar al sistema, de allí su gran importancia en el quehacer del poeta.

Por Leandro Murciego

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Qué es la poesía, según Borges y Parra

«La poesía, su música y el uso del ritmo» I *

¿Qué es la poesía? Si se indiga en alguno de los motores de búsqueda que ofrece la red de redes factiblemente, se encontrará una sentencia similar a esta:

“La poesía es un género literario que evoca una conciencia imaginativa concentrada/acotada/sintetizada de la experiencia o una respuesta emocional específica a través de un lenguaje elegido y organizado por su significado, sonido y ritmo”.  

Esta respuesta que busca -de forma sencilla- comenzar a bosquejar un concepto de la poesía, sin dudas, prescinde de una gran cantidad de recursos que son tomados por los autores para convertir una idea o emoción en un gesto artístico, el cual lleva miles de años sobre la tierra.

Fragmento de la Epopeya de Gilgamesh

Desde el primer registro poético del se tiene referencia la Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh (que fue escrito entre 2500 y 2000 AC), el cual se trata de una narración acadia en versos que dan cuenta sobre las peripecias del rey Gilgamesh, muchos fueron los cambios que fue experimentando la poesía. 

Qué es la poesía, según Borges y Parra.
Jorge Luis Borges afirmaba que la poesía es el género que permite volver al lenguaje a su fuente originaria

 forma parte del artículo "La poesía, su música y el uso del ritmo" I que se encuentra en apalabrarte-com-ar.preview-domain.com el sitio que se presenta como una Clínica de arte.
Jorge Luis Borges: «la poesía es el género que permite volver al lenguaje a su fuente originaria»

Para Jorge Luis Borges, la poesía es el género que permite volver al lenguaje a su fuente originaria. Según los griegos había tres tipos de poesía: la lírica o canción, la dramática o teatral y la épica o narrativa. Actualmente, a la poesía se la vincula con la poesía lírica. 

Ahora bien, a qué se referirá Borges cuando afirmaba que “la poesía volvía al lenguaje a su fuente originaria”. A mi entender, la fuente primera de este género literario -madre de todos los géneros- es la canción, la cual está signada por la musicalidad, por el ritmo. Esa primera poesía que llegó con los griegos apareció de la mano de la lira. 

Imagen de un Aedo griego y su lira. Esta ilustración forma parte del artículo "La poesía, su música y el uso del ritmo" I que se encuentra en apalabrarte-com-ar.preview-domain.com el sitio que se presenta como una Clínica de arte.
El Aedo y su lira

Si algo faltara para que nos  invite a pensar a la poesía como una prima hermana de la música es el primer nombre que recibieron los poetas: AEDO. Éstos eran los primeros decidores, también conocidos como trovadores o juglares, es decir, cantores que expresan sus sentires más íntimos, los cuales son dichos con un ritmo determinado.  

Ritmo, pulso y compas, en la poesía

Ahora bien, ¿qué es el ritmo?

Según la Real Academia Española (RAE), el ritmo es un orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas. Cuando pensamos en esta definición llegamos a entender que en la vida casi todo tiene ritmo, desde la respiración, pasando por el caminar, el hablar y hasta el callar. Todo tiene un ritmo, propio y singular. 

Nicanor Parra, “la poesía es la prosa que se mueve”.

Esta imagen forma parte del artículo "La poesía, su música y el uso del ritmo" I que se encuentra en apalabrarte-com-ar.preview-domain.com el sitio que se presenta como una Clínica de arte.

Para el gran poeta chileno, Nicanor Parra, “la poesía es la prosa que se mueve”, es decir, que baila. Pero para que ello ocurra, es decir, para que la poesía se convierta en danza o música, es preciso contar con un ritmo o un compás.

Ahora, bien, ¿qué es el ritmo? El ritmo es la organización en el tiempo de pulsos y acentos.
Aquí aparece otra palabra: pulso. Resulta vital definir, para seguir construyendo juntos el concepto de ritmo, ¿qué es el pulso? Éste es una serie de pulsaciones que se repiten de manera constante y que sirven para medir el tiempo. 

Si tuviésemos que hacer una analogía con la poesía, podría decirse que la estructura gramatical de los versos es comparable con las denominadas pulsaciones musicales. 


Entonces, volviendo a la definición de Parra si “la poesía es la prosa que baila” esta debe tener ritmo (y por ende, debe contar con pulsos -una estructura que se repite- y acentos) y compás. En la poesía el compás estará siempre determinado por las sílabas tónicas (las más intensas o fuertes) y átonas (las que se pronuncian más suaves).

Siguiendo con la analogía con la música, la estrofa sería una suerte de armonía; mientras que los acentos (prosódicos y ortográficos) le darían forma a una melodía. Ahora bien, la combinación de este tipo de acentos le irá dando forma a la composición, la cual logrará una cadencia particular.

continuará…

*Este material formó parte de la ponencia sobre las claves del ritmo y la musicalidad en la poesía.

Leandro Murciego
Escritor, periodista y coach literario

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